lunes, 9 de septiembre de 2024

Fugas / 01



Nunca irradia tanta blancura la cebolla como cuando el hortelano la arranca del caballón donde está plantada y, tras quitarle la tierra golpeándola contra la pernera de su pantalón, la observa con una sonrisa en los labios y ojos de enamorado. Luego la deja caer en el cesto, junto a las otras, y su mirada absorta no oculta que la atraviesa un pensamiento difícil de determinar. O tal vez sea el estribillo de una canción sin excesiva pureza: Nunca avanzarás solo en el camino. Los pájaros ya emprenden vuelo, ronroneo de insectos, temblor de hojas en el limonero. Otra cebolla.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

Cuentos del hada jubilada (y nonagésimo noveno)



Un texto es, igual que una ventana, un cuadrilátero. Paralelogramo. Una vía certera que conecta lo interior con lo exterior. Y viceversa. Una ventana, igual que un texto. Ambos son un modo al mismo tiempo diáfano y opaco. Que permite o impide la comunicación. Sea simétrica o asimétrica. Es todo lo que sabe del mundo el encerrado. Durante siglos acogió con discreción la infinita conversación amorosa. Un texto o una ventana, da igual. Es lo que les da gracia a los edificios; valor, al papel encuadernado. Ah, en mis Cuentos Completos de Hada por ningún lado aparecerá el término cien.

domingo, 1 de septiembre de 2024

Cuentos del hada jubilada (nonagésimo octavo)



Hay un instante en el paso de la niñez a no sé muy bien qué cuando de repente se descubre lo que una nunca había imaginado que existiera. Es el día en el que mis compañeros de curso se olvidan de los juegos rutinarios en el parque porque están construyendo, con unos cartones y unas arandelas, un avión de combate. Y una lo ve atravesando el cielo a la velocidad del sonido en ojos que no reflejan ya ninguna otra realidad. De nada sirve introducir en la conversación palabras picantes que los exciten. No los excitan. Insinuaciones. No les interesan.

jueves, 29 de agosto de 2024

Cuentos del hada jubilada (nonagésimo séptimo)



Al final del callejón, donde las galerías traseras de un bloque le ponen punto final al recorrido con restos de pinzas de tender la colada esparcidos por el suelo, a la derecha, por una puerta que parece de antigua tenería, se accede a la taberna. Las señas parecen de templo expresionista, pero el lugar es humilde y amable. Sobre el polvo acumulado en los cristales de la puerta, quien entra enamorado escribe con el dedo un nombre y alrededor un corazón. Es el bar de los amantes solitarios. Lo atienden una viuda y un viudo que nunca han sido pareja.

sábado, 24 de agosto de 2024

Cuentos del hada jubilada (nonagésimo sexto)



Cuando nos dijo que era coleccionista de hileras de hormigas empezamos a reír. La tarde brillaba en las hojas del sauce. El hombre aquel se acercó a nosotras, amigas urdiendo algún estrago a la salida del colegio. Lucía un bigote de comisario de policía en película española. Los niños se peleaban por subirse al tobogán. Las madres se intercambiaban recetas de rosquillas de anís. El momento parecía propicio para un delito. No nuestro, almas cándidas, sino del mal encarnado en un señor que se acerca a las muchachas con enrevesadas intenciones. Ahí quedó todo, mientras imaginábamos lo que nos diría.

lunes, 19 de agosto de 2024

Cuentos del hada jubilada (nonagésimo quinto)



A medianoche, bajo el leve guiño de la luna, no resulta difícil percibir entre las viñas próximas la existencia de fantasmas. Es una experiencia parecida a lo que ocurriría si se supiera extirpar los sueños y dramatizarlos a la luz del día. Un cineasta capaz de rodar en la oscuridad absoluta y que la cinta, al ser proyectada, mostrase un fundido en negro donde se pudiera ver con claridad el movimiento de atractivos personajes a los que no se consigue reconocer. Imaginando estas inexistencias, mientras sonaba una pieza de Debussy en el tocadiscos, me he quedado dormida en el sofá.

miércoles, 14 de agosto de 2024

Cuentos del hada jubilada (nonagésimo cuarto)



Nunca he sudado tanto en toda mi vida como dentro de la sala de baile en el centro parroquial. Un sótano húmedo y sin ventilación que iba agotando lentamente el aire disponible para respirar. La actividad, cuyo frenesí era alentado por algunas piezas emblemáticas que lo multiplicaban, no ayudaba a mantener las formas. En una esquina, con una sotana recia que debía de parecerle un cilicio, el cura más joven ejercía la misma vigilancia que una señal de tráfico, la observaba quien quería. Nosotros, los adolescentes, sudábamos hasta conseguir que la transpiración desmedida sobre la ropa nos hiciera parecer desnudos.

viernes, 9 de agosto de 2024

Cuentos del hada jubilada (nonagésimo tercero)



Mi padre había sido propietario de una chopera en la ribera del río. Cada domingo desde marzo hasta octubre, subía a la galera las bolsas con la comida y los juguetes de mis hermanos, enganchaba la pareja de mulos, nos alzaba a plomo uno tras otro y partíamos. No le gustaba el campo, al que dedicaba los seis restantes días de la semana, pero sí sentir bajo sus pies un terreno valioso del que era dueño. Entre álamos jugué a pilla-pilla y también partidos de fútbol con los chicos. Era el decorado teatral en el que aprendía a ser protagonista.

lunes, 5 de agosto de 2024

Cuentos del hada jubilada (nonagésimo segundo)



A un costado de la carretera, a la salida de la ciudad, en un descampado, lanzándolos al montón, ha conseguido formar una colosal montaña de neumáticos desgastados e inservibles. Al pie de la negrura, el operario fuma en pipa, rascándose la barba con frecuencia. Permanece la mayor parte del día sentado en una deshilada tumbona que parece sostener su peso de milagro. Con el trascurrir de los años, en cada salida de la ciudad he visto cómo crecía la montonera de neumáticos y se mantenía el bulto humeante del cuidador. Que la visión carezca de un significado me proporciona certidumbre.

jueves, 1 de agosto de 2024

Cuentos del hada jubilada (nonagésimo primero)



Al retirar la colección de cuadros con los retratos de los presidentes, alineados en el corredor de acceso al salón principal, quedó durante unos días en la pared una seriación de rectángulos verticales sombreados por antiguas capas de polvo nunca limpiadas. Los cuadros, a su vez, permanecieron agrupados contra la pared en un despacho del piso superior, que hasta aquel día ocupaba un vocal opuesto a la dirección. El pintor, con informales manchas de color espolvoreadas en su vestimenta blanca, cubría el suelo con papel de embalar. En ese momento tuve que atravesar la estancia, sorteando rodillos, cubos y cubetas.

martes, 30 de julio de 2024

Microlecturas |49 | Paisaje interior



Este segundo libro de Mariángeles Robles es un meditado prodigio de delicadeza, tanto en la vida fugitiva que refleja como en la precisa escritura con la que compone las descripciones. Son poemas en prosa, y algunos en verso, que, siguiendo la senda oriental, otorgan a la naturaleza evocada la condición de pensamiento. La sutilidad del tema se convierte en un “trazo tembloroso hacia la nada” que cuando parece diluirse en el silencio, de súbito, un giro lo petrifica: “quiero que este instante permanezca”. Y emerge con él, en lo volátil, la expresión de su rotundidad, de su consistencia profunda, densa.

domingo, 28 de julio de 2024

Microlecturas |48 | Córdoba más allá de los tópicos



La guía que Federico Abad (1961) ha publicado de su ciudad, en una hermosa edición en octavo, merecía titularse Más allá de los trópicos. Es la diferencia entre quien llega a un lugar pensando en una playa y un viajero. Para despertar el espíritu curioso de este, o para convertir a aquel, describe el poeta y novelista cordobés los paseos por su ciudad. En el espacio para notas que deja amablemente el editor, he aprovechado para hacer mi particular itinerario gongorino. No es el único escritor al que le seguiré los pasos. Más que guía, una conversación con un amigo.

viernes, 26 de julio de 2024

Microlecturas |47 | La nave de los extraviados



Pedro Zacarías (1959) toma La nave de los necios (1494), obra del humanista Sebastian Brant, como pretexto para una meditación actual sobre la locura con un formato peculiar: escribe una narración construida con aforismos, una curiosa variante de la novela en verso. El género contemporáneo evoca también la escritura del original alemán, elaborado a lo largo de 112 cuadros. Los aforismos de Zacarías son breves episodios narrativos, que relatan un delirante viaje marítimo de un barco enloquecido, y pequeñas meditaciones sobre las extravagancias de la razón. El trabajo literario de intensa condensación redunda en un sugerente mosaico reflexivo y evocador.

miércoles, 24 de julio de 2024

Microlecturas |46 | Carrera de relevos



Carrera de relevos donde compite un único relevista por equipo, que se pasa el testigo a sí mismo y en cada vuelta cambia de nombre según el personaje de la Antigua Grecia que le tutele, sea Helena, Edipo o Telémaco, así la vida según el poeta Demetrio Fernández (1987). Igual que las zancadas del atleta cubren los tramos de la pista por donde corre, el libro traza también un arco desde el verso aforístico hasta el soneto, y desde las estrofas de arte menor hasta el alejandrino blanco, variedad métrica con la que conjuga la complejidad y magnitud del tema.

lunes, 22 de julio de 2024

Microlecturas |45 | Las tres Venecias



Ciudadano en Las Tres Venecias (Trento, Venecia, Trieste), Jordi Canals (1958) escribe un libro de viajes con sus excursiones en busca de lugares recónditos y de personajes señeros y emblemáticos del noreste italiano. Pero es también un diario, en el sentido estructural de exponer los contenidos siguiendo el cauce temporal de su descubrimiento. Con excursos memorialistas, donde la historia personal se entrelaza con la local. Y es también una meditación casi ensayística sobre aspectos poco resueltos en la contradictoria Europa actual, como la identidad colectiva, la pertenencia al lugar o la conversión de los sentimientos en materia y disputa política.

viernes, 19 de julio de 2024

Microlecturas |44 | Ciudad perdida por otra ciudad



El endecasílabo con el que Sesi García (1992) titula su libro cierra uno de los poemas de la serie «Periferia, D.F», dedicada a la ciudad periférica de Madrid donde nació, pero contemplada desde la capital de México. Es la crónica de una aclimatación al lugar elegido para vivir y al mismo tiempo un emblema de la vida urbana. Este se alza también como tema principal de un libro en el que los asuntos secundarios cobran un relieve inusitado, sobre todo los que giran alrededor de la filología, la lectura, la literatura vividas desde la cotidianidad del estudioso de la poesía.

martes, 16 de julio de 2024

Microlecturas |43 | Los días del devenir



Francisco Hermoso de Mendoza (1975) ha escrito una novela inserta en la estructura de un relato, el de las vicisitudes de dos ancianos para resolver los ejercicios de un taller de escritura en su residencia. A partir de este encuadre, los escritos de ambos alumnos construyen, al paso de las horas de dedicación y trabajo, dos auténticos textos narrativos, desarrollados en paralelo, donde la desvalida memoria y la más densa imaginación se trenzan para crear un universo que trasciende su insulsa cotidianidad. Descubren la magia de la escritura, que es exactamente el territorio y la metáfora que explora el autor.

sábado, 13 de julio de 2024

Microlecturas | 42 | La casa en fuga



Los maestros japoneses del haiku suelen ilustrar las sensaciones de un camino en el que el ir se llena de realidad. En este colmarse clásico Eva Muñoz (1970) ha aprendido a observar la experiencia opuesta, cuando el avanzar es un irse que vacía aquello que existe; tanto literalmente, lo que hubo en la casa de la que se muda, como metafóricamente: “Pasa la vida / unas veces de ida, / otras de vuelta”. La perfecta concatenación de haikus y su levedad recrean los ambientes de este tránsito, de la casa y de la vida, pues ambos forman parte de una misma desaparición.

miércoles, 10 de julio de 2024

Microlecturas | 41 | Estancia de la plenitud



Una contrariedad atraviesa este libro de Fermín Herrero (1963), la noticia de la plenitud como expresión de una naturaleza agreste en un paisaje de sierra que observa y describe con maestría, frente a otras noticias que afloran en la conciencia como productos de la edad y que tienen que ver con la vida alejada de la verdad que destilan los parajes transitados en soledad. No habla del tiempo perdido, sino de la pérdida de tiempo en «la disputa, la ruindad, / el ajetreo tanto». Cómo frente al escaso valor de cuanto parecía valioso solo brilla el silencio de la nevada.

domingo, 7 de julio de 2024

Microlecturas | 40 | El Cairo-Tokio



El viaje no transcurre tanto en los lugares citados como en dos maneras de contemplar. En El Cairo, el lugar está en los títulos. La mirada fija el poema, su curso dibuja el lugar, la descripción conduce a un final sapiencial o paradójico. El autor, joven, aprendía del mundo a desarrollar destrezas verbales. En Tokio, qué diferente, la ciudad y su cronista catorce años después. El tiempo se alza en protagonista, diluye el viaje en su pasar. Los títulos, mera cronología. El poema, el retrato de un espacio hecho jirones donde describir no depende de la mirada, sino del pensamiento.

jueves, 4 de julio de 2024

Microlecturas | 39 | Poemas enumerativos



Con ser los Poemas enumerativos de Eduardo Moga (1962) una auténtica avalancha, los dardos llegan al lector uno a uno, independiente cada eslabón de la cadena, mucho más singular cada aspecto enumerado que afirmado en solitario en cualquier texto discursivo. No es un acaso, sino un efecto desconocido de la enumeración. Algo que se podría enunciar así: enmascarada una idea entre iguales en el desfile verbal se convierte en la mejor manera de aislarla en su singularidad de pensamiento. No impresiona solo lo enumerado, sino también la ampliación de enumeraciones posibles, donde cada una convierte su asunto en un tratado.

lunes, 1 de julio de 2024

Microlecturas | 38 | Jabón de Nablus



Jabón de Nablus transmite la experiencia del espacio, presente en toda la obra de Rodolfo Häsler (1958), ampliándola hacia el interior mediante el protagonismo compartido de una relación amorosa y la inclusión de poemas de otros libros, que de un modo explícito afirman la continuidad y la convicción en una poética. Junto a estas grandes líneas, el libro recoge la crónica de una incertidumbre, el juicio de una experiencia social, la compenetración con el paisaje, las voces y sus lenguas, el tiempo remansado en los cafés, las pequeñas impresiones y sorpresas, el autorretrato en el espejo del jabón de Nablus.

jueves, 27 de junio de 2024

20 Miradas



Cuando florezcan los manzanos, me dije después de que hubieran florecido los almendros. Ahora veo entre las hojas el bulto verdoso de los frutos, madurando bajo la cáscara. Y en flor el último manzano, el más tardío. Solo me queda trazar un arco hasta las cosechas, y si no vuelve entonces, ya no habrá columna que sostenga la espera. El invierno me devolverá al lugar de donde vengo, el tiempo sin la esperanza del regreso. Me aconsejan que mire el cielo. Que tome las riendas de mi vida y la cabalgue. Sugieren, repiten, insisten: «De tu vida», dicen. También yo.

domingo, 23 de junio de 2024

19 Miradas



Si supiera su nombre lo pronunciaría. Cuando vuelco el saco en la vasija, con el rumor de la avena al precipitarse. Si extiendo paños y túnicas sobre la hierba para el oreo, con el silbido de insectos que merodean la humedad. Bajando las escaleras de piedra hacia la poza, con su retumbar oscuro que tanto miedo me provocaba de niña. Con el crepitar del fuego, entusiasmado con los troncos que le añado. Al rezar, en voz baja, cada anochecer lo nombro, antes de que la luz del candil se consuma. Cada día con un apelativo diferente. Hasta que alguno acierte.

miércoles, 19 de junio de 2024

18 Miradas



A la caída del sol habrán cerrado las puertas, establecido los horarios de la guardia, dado de beber a los caballos. Humearán las chimeneas sobre el escudo de los tejados. La boca de la taberna eructará las canciones de los ebrios. Donde haya una antorcha prendida, dos insomnes desgastarán la lengua que aprendieron de sus padres. Es lo que escribo cada día cuando oigo el chirrido de las puertas que se abren, las voces de los soldados, relinchos en las cuadras, piar de pájaros ante la ventana. Saber que existe otra manera de contar el tiempo, lejos, me lo arrebata.

viernes, 14 de junio de 2024

17 Miradas



Tras tantas veces como lo he imaginado aquí, a mi lado, encendiendo un puñado de broza bajo los leños que cruza en el centro del hogar o limpiando con un rastrillo la hojarasca caída durante la ventisca en el patio trasero, siempre llega un día en el que el invierno se suaviza, parecen querer desabrochar los botones de los rosales y a mí de nada me sirve cumplir con las tareas rituales pensando que es él quien las realiza cuando lo observo desde el fondo del pasillo o asomada a una ventana mientras la habitación donde hemos dormido se orea.

lunes, 10 de junio de 2024

16 Miradas



Ni siquiera se me habría ocurrido soñar con el abrazo de la noche que tan excelsa supo cómo abrazarnos en el callejón empedrado que hay junto a la verja del parque. Ningún carruaje transitó a deshora, ni nos asustó el retumbar de botas que se han lustrado con el trapo de una rancia filosofía. Tampoco el viento hizo cantar a herrajes mal resueltos. Una insólita quietud, que se extendía alrededor, semejante a la de nuestros cuerpos entrelazados, sellaba el ánfora del tiempo. Sus manos en mi nuca, mis manos, agrimensoras de su espalda. La noche nos acogía como a peregrinos.

miércoles, 5 de junio de 2024

15 Miradas



Nada en el jardín me lo ha contado, y lo he sabido. El día se mueve con torpeza, se apoya en las azoteas en su inarmónico avance hacia ninguna parte. No parece que pueda traer algo en las manos que sorprenda. Ni siquiera a una despistada como yo. He sumado los números de la fecha y jamás había obtenido una cantidad tan anodina. Ningún pájaro alrededor se ha posado en la copa de un tilo a meditar sobre la gratuidad de su canto. Y, sin embargo, esta alegría entre los setos por florecer no la recuerdo en ninguna otra jornada.

sábado, 1 de junio de 2024

Cumpletextos del miniaturista



Este es el texto dos mil de El Visir de Abisinia. Los primeros aparecieron hace diecisiete años, la edad del blog. Que no sea la mía no sé si provoca lamento o privilegio. Como no se sabe la vida que va a tener este artilugio, tampoco sé si es una publicación adolescente o ya vetusta. ¿Por qué pongo en segundo lugar lo que pienso? La métrica de estos textos es siempre la misma, cien palabras. Lo decidí así para no confundir lo que escribiera para el blog con lo escrito para el papel. Al final, el confundido he resultado yo.

lunes, 27 de mayo de 2024

Estalactitas 07



Las olas, púgil que aspira al campeonato, entrenan su gancho en el saco de la escollera. La espuma salina de cada embate alcanza la mesa exterior de la taberna donde se reúnen los oradores abstemios para salvar el mundo. Uno, tuerto y de herrumbrosa piel, ha renunciado a su pasado como marinero; otro, con dedos de entomólogo, trata por su nombre hasta los guijarros que cubren los caminos de la isla; este, cetrino y estirado, es un hacha en las quinielas. Solo aquel desentona, desgarbado y lunático, ebrio, al tiempo que la lejanía azul de la mar despierta su entendimiento.

miércoles, 22 de mayo de 2024

Estalactitas 06



En los árboles, al otro lado, cantan los pájaros cada tarde, enloquecidos. Sus melodías atraviesan muros y alambradas, se cuelan por los barrotes de la ventana por donde quisiera deslizar mi cuerpo. Ni siquiera los golpes sobre la gravilla que dan las botas de la patrulla logran enmudecerlos. A veces, en verano, la caída del sol dibuja en la pared las copas que sobresalen, y trato de distinguir alguna sombra con apariencia de ave, sin conseguirlo. Todo lo que no logro ver, sin embargo, está al alcance de cualquiera que pasee con libertad por el campo. No son ideas mías.

viernes, 17 de mayo de 2024

Estalactitas 05



En el comedor, presidiéndolo, contempla un paisaje pintado al óleo con un pincel de abanico. Un miope que hubiera perdido las gafas no sería tan preciso en la destrucción de los detalles. Pero no había acudido a aquel domicilio para una tarea artística, sino para subsanar un problema de fontanería, seguramente ocasionado por el operario que había trabajado en las tuberías con anterioridad. Es posible que provocado por alguna reparación incluso anterior. Cómo explicarle al propietario, que había avisado a su seguro, de la presumible contribución suya a esta cadena de desaguisados. O, entonces, ¿qué ley moral ampara los silencios?

lunes, 13 de mayo de 2024

Estalactitas 04



Le gusta a la florista del barrio invadir con macetas la acera. En pizarrines escribe a mano el nombre de cada planta. Sin dudarlo, creo que son más atractivas las flores que las palabras, y cuando me detengo a mirarlas, me cuesta relacionar unas con otras. Me sorprende el precio al que las vende. No solo el hecho de que lo tengan, sino también lo poco que cuesta llevarse a casa algo hermoso. Me pregunto si no le ocurrirá a la belleza lo mismo que padece su par, la verdad, otro producto de consumo que nadie se interesa por adquirir.

jueves, 9 de mayo de 2024

Estalactitas 03



Dos tipos duros en la puerta, como un negativo de las figuras de alabastro que custodian los jardines romanos. En sendos brazos al descubierto, un muestrario de tatuajes. Cada cual más sombrío. Las vibraciones del ritmo rebotan en paredes, suelos y sobre las cortinas de la entrada. En el interior de la discoteca, solo una sordera aguda podría orientar los pasos. Gotas de sudor fulgen sobre la piel de quienes bailan. Creía que el ocio era allí el único lenguaje, hasta que averigüé que se trataba solo de un rito más de exaltación ante la tenacidad de la muerte.

domingo, 5 de mayo de 2024

Estalactitas 02



Se detienen delante del puesto. Apartan unos para ver los títulos que hay debajo. Y los amontonan de otra manera. A veces se detienen en alguno. Lo abren. Parece que les atraiga, pero lo cierran y cae sobre los demás. Entre tantos libros es imposible, me digo, que ninguno interese. El que les guste, respondo, seguro que ya lo tienen. Cuando se colocan uno bajo el brazo, ya cuento con la venta. Si lo leen o no, eso no se incluye en el precio. Hubo un tiempo en el que Dios estuvo en uno de estos, ahora está en todos.

miércoles, 1 de mayo de 2024

Estalactitas 01



Con la bandeja llena de bebidas sobre el equilibrio de una mano, el camarero se detiene y con la otra deposita en la mesa una taza que sujeta por el platillo. Después se adentra en el barullo de la sala a rebosar. El café aún tiembla en su recipiente de porcelana cuando me miro en él como haría una efigie en el estanque que decora. La luz negra en tan diminuto sol no da qué pensar. Al lado, sin abrir, el sobrecito del azúcar mantiene su condición acolchada. Ejemplifica la tentación constante, una manera de ser menos que proporciona identidad.

lunes, 29 de abril de 2024

14 Miradas



Qué ridículo. Ni siquiera consigo evocar aquel momento, la circunstancia, el patinazo. Cada día que pasa lo pienso como una palada de olvido sobre mi idiotez de entonces que de inmediato se deshace igual que lo haría un cubo de nieve vertido sobre un hierro incandescente. Así se mantiene, desde entonces, lo ocurrido. Bajé los escalones confiando. Me había quitado el abrigo al entrar, lo llevaba doblado en el brazo. Aquella tarde me sentía el dueño del mundo. Miraba solo para que me vieran mirar, ¿quién?, no importa, la ciudad. Te diste la vuelta y una marioneta actuó por mí.

jueves, 25 de abril de 2024

13 Miradas



Qué silencio cuando me sumerjo hasta el fondo de la piscina. Lo que daría porque la apnea pudiera alargarse no ya minutos, sino horas, la tarde entera aquí abajo. De repente siento la necesidad de salir. Y salgo a una algarabía de cuerpos, bebés que lloran, niños que corren, adolescentes hablándose a gritos de una punta a la opuesta, gente contándose la vida por todas partes. Respiro, vuelvo a tomar aire y me impulso hacia el pavimento de la piscina en busca de un sumidero secreto hacia otro mundo más leve. Que no exista no significa que no pueda encontrarlo.

viernes, 19 de abril de 2024

12 Miradas



Qué extraño se me hace ver a tanta gente arremolinada en torno a las mesas con libros en el mercado de ocasión y que ningún gesto al alargar el brazo hasta un volumen sepultado por otros, del que solo asoma una mínima esquina, no sea el tuyo de sorpresa por la edición que acabas de rescatar del insomnio. También te observo mientras extraes del monedero las escasa monedas que el librero te pide y se las entregas con una sonrisa, de repente compartida por la otra parte que realiza la transacción. Otros repiten los mismos movimientos, pero ninguno soy yo.

lunes, 15 de abril de 2024

11 Miradas



Qué sensación la de entrar el primero en el cine, tras haber encabezado la cola de acceso, y admirar después la geometría de los asientos vacíos, dar una vuelta a la sala y no saber desde dónde ver la película. Poco a poco va entrando el público de la sesión. Hablan unos con otros. No se entretienen en trazar rectas y diagonales sobre las butacas, les basta con interrumpirlas sentándose en cualquiera al buen tuntún. Continúo en pie, observando cómo se va completando el aforo desde el centro. Al final ha de quedar por fuerza un lugar libre, el mío.