viernes, 26 de julio de 2024

Microlecturas |47 | La nave de los extraviados



Pedro Zacarías (1959) toma La nave de los necios (1494), obra del humanista Sebastian Brant, como pretexto para una meditación actual sobre la locura con un formato peculiar: escribe una narración construida con aforismos, una curiosa variante de la novela en verso. El género contemporáneo evoca también la escritura del original alemán, elaborado a lo largo de 112 cuadros. Los aforismos de Zacarías son breves episodios narrativos, que relatan un delirante viaje marítimo de un barco enloquecido, y pequeñas meditaciones sobre las extravagancias de la razón. El trabajo literario de intensa condensación redunda en un sugerente mosaico reflexivo y evocador.

miércoles, 24 de julio de 2024

Microlecturas |46 | Carrera de relevos



Carrera de relevos donde compite un único relevista por equipo, que se pasa el testigo a sí mismo y en cada vuelta cambia de nombre según el personaje de la Antigua Grecia que le tutele, sea Helena, Edipo o Telémaco, así la vida según el poeta Demetrio Fernández (1987). Igual que las zancadas del atleta cubren los tramos de la pista por donde corre, el libro traza también un arco desde el verso aforístico hasta el soneto, y desde las estrofas de arte menor hasta el alejandrino blanco, variedad métrica con la que conjuga la complejidad y magnitud del tema.

lunes, 22 de julio de 2024

Microlecturas |45 | Las tres Venecias



Ciudadano en Las Tres Venecias (Trento, Venecia, Trieste), Jordi Canals (1958) escribe un libro de viajes con sus excursiones en busca de lugares recónditos y de personajes señeros y emblemáticos del noreste italiano. Pero es también un diario, en el sentido estructural de exponer los contenidos siguiendo el cauce temporal de su descubrimiento. Con excursos memorialistas, donde la historia personal se entrelaza con la local. Y es también una meditación casi ensayística sobre aspectos poco resueltos en la contradictoria Europa actual, como la identidad colectiva, la pertenencia al lugar o la conversión de los sentimientos en materia y disputa política.

viernes, 19 de julio de 2024

Microlecturas |44 | Ciudad perdida por otra ciudad



El endecasílabo con el que Sesi García (1992) titula su libro cierra uno de los poemas de la serie «Periferia, D.F», dedicada a la ciudad periférica de Madrid donde nació, pero contemplada desde la capital de México. Es la crónica de una aclimatación al lugar elegido para vivir y al mismo tiempo un emblema de la vida urbana. Este se alza también como tema principal de un libro en el que los asuntos secundarios cobran un relieve inusitado, sobre todo los que giran alrededor de la filología, la lectura, la literatura vividas desde la cotidianidad del estudioso de la poesía.

martes, 16 de julio de 2024

Microlecturas |43 | Los días del devenir



Francisco Hermoso de Mendoza (1975) ha escrito una novela inserta en la estructura de un relato, el de las vicisitudes de dos ancianos para resolver los ejercicios de un taller de escritura en su residencia. A partir de este encuadre, los escritos de ambos alumnos construyen, al paso de las horas de dedicación y trabajo, dos auténticos textos narrativos, desarrollados en paralelo, donde la desvalida memoria y la más densa imaginación se trenzan para crear un universo que trasciende su insulsa cotidianidad. Descubren la magia de la escritura, que es exactamente el territorio y la metáfora que explora el autor.

sábado, 13 de julio de 2024

Microlecturas | 42 | La casa en fuga



Los maestros japoneses del haiku suelen ilustrar las sensaciones de un camino en el que el ir se llena de realidad. En este colmarse clásico Eva Muñoz (1970) ha aprendido a observar la experiencia opuesta, cuando el avanzar es un irse que vacía aquello que existe; tanto literalmente, lo que hubo en la casa de la que se muda, como metafóricamente: “Pasa la vida / unas veces de ida, / otras de vuelta”. La perfecta concatenación de haikus y su levedad recrean los ambientes de este tránsito, de la casa y de la vida, pues ambos forman parte de una misma desaparición.

miércoles, 10 de julio de 2024

Microlecturas | 41 | Estancia de la plenitud



Una contrariedad atraviesa este libro de Fermín Herrero (1963), la noticia de la plenitud como expresión de una naturaleza agreste en un paisaje de sierra que observa y describe con maestría, frente a otras noticias que afloran en la conciencia como productos de la edad y que tienen que ver con la vida alejada de la verdad que destilan los parajes transitados en soledad. No habla del tiempo perdido, sino de la pérdida de tiempo en «la disputa, la ruindad, / el ajetreo tanto». Cómo frente al escaso valor de cuanto parecía valioso solo brilla el silencio de la nevada.

domingo, 7 de julio de 2024

Microlecturas | 40 | El Cairo-Tokio



El viaje no transcurre tanto en los lugares citados como en dos maneras de contemplar. En El Cairo, el lugar está en los títulos. La mirada fija el poema, su curso dibuja el lugar, la descripción conduce a un final sapiencial o paradójico. El autor, joven, aprendía del mundo a desarrollar destrezas verbales. En Tokio, qué diferente, la ciudad y su cronista catorce años después. El tiempo se alza en protagonista, diluye el viaje en su pasar. Los títulos, mera cronología. El poema, el retrato de un espacio hecho jirones donde describir no depende de la mirada, sino del pensamiento.

jueves, 4 de julio de 2024

Microlecturas | 39 | Poemas enumerativos



Con ser los Poemas enumerativos de Eduardo Moga (1962) una auténtica avalancha, los dardos llegan al lector uno a uno, independiente cada eslabón de la cadena, mucho más singular cada aspecto enumerado que afirmado en solitario en cualquier texto discursivo. No es un acaso, sino un efecto desconocido de la enumeración. Algo que se podría enunciar así: enmascarada una idea entre iguales en el desfile verbal se convierte en la mejor manera de aislarla en su singularidad de pensamiento. No impresiona solo lo enumerado, sino también la ampliación de enumeraciones posibles, donde cada una convierte su asunto en un tratado.

lunes, 1 de julio de 2024

Microlecturas | 38 | Jabón de Nablus



Jabón de Nablus transmite la experiencia del espacio, presente en toda la obra de Rodolfo Häsler (1958), ampliándola hacia el interior mediante el protagonismo compartido de una relación amorosa y la inclusión de poemas de otros libros, que de un modo explícito afirman la continuidad y la convicción en una poética. Junto a estas grandes líneas, el libro recoge la crónica de una incertidumbre, el juicio de una experiencia social, la compenetración con el paisaje, las voces y sus lenguas, el tiempo remansado en los cafés, las pequeñas impresiones y sorpresas, el autorretrato en el espejo del jabón de Nablus.

jueves, 27 de junio de 2024

20 Miradas



Cuando florezcan los manzanos, me dije después de que hubieran florecido los almendros. Ahora veo entre las hojas el bulto verdoso de los frutos, madurando bajo la cáscara. Y en flor el último manzano, el más tardío. Solo me queda trazar un arco hasta las cosechas, y si no vuelve entonces, ya no habrá columna que sostenga la espera. El invierno me devolverá al lugar de donde vengo, el tiempo sin la esperanza del regreso. Me aconsejan que mire el cielo. Que tome las riendas de mi vida y la cabalgue. Sugieren, repiten, insisten: «De tu vida», dicen. También yo.

domingo, 23 de junio de 2024

19 Miradas



Si supiera su nombre lo pronunciaría. Cuando vuelco el saco en la vasija, con el rumor de la avena al precipitarse. Si extiendo paños y túnicas sobre la hierba para el oreo, con el silbido de insectos que merodean la humedad. Bajando las escaleras de piedra hacia la poza, con su retumbar oscuro que tanto miedo me provocaba de niña. Con el crepitar del fuego, entusiasmado con los troncos que le añado. Al rezar, en voz baja, cada anochecer lo nombro, antes de que la luz del candil se consuma. Cada día con un apelativo diferente. Hasta que alguno acierte.

miércoles, 19 de junio de 2024

18 Miradas



A la caída del sol habrán cerrado las puertas, establecido los horarios de la guardia, dado de beber a los caballos. Humearán las chimeneas sobre el escudo de los tejados. La boca de la taberna eructará las canciones de los ebrios. Donde haya una antorcha prendida, dos insomnes desgastarán la lengua que aprendieron de sus padres. Es lo que escribo cada día cuando oigo el chirrido de las puertas que se abren, las voces de los soldados, relinchos en las cuadras, piar de pájaros ante la ventana. Saber que existe otra manera de contar el tiempo, lejos, me lo arrebata.

viernes, 14 de junio de 2024

17 Miradas



Tras tantas veces como lo he imaginado aquí, a mi lado, encendiendo un puñado de broza bajo los leños que cruza en el centro del hogar o limpiando con un rastrillo la hojarasca caída durante la ventisca en el patio trasero, siempre llega un día en el que el invierno se suaviza, parecen querer desabrochar los botones de los rosales y a mí de nada me sirve cumplir con las tareas rituales pensando que es él quien las realiza cuando lo observo desde el fondo del pasillo o asomada a una ventana mientras la habitación donde hemos dormido se orea.

lunes, 10 de junio de 2024

16 Miradas



Ni siquiera se me habría ocurrido soñar con el abrazo de la noche que tan excelsa supo cómo abrazarnos en el callejón empedrado que hay junto a la verja del parque. Ningún carruaje transitó a deshora, ni nos asustó el retumbar de botas que se han lustrado con el trapo de una rancia filosofía. Tampoco el viento hizo cantar a herrajes mal resueltos. Una insólita quietud, que se extendía alrededor, semejante a la de nuestros cuerpos entrelazados, sellaba el ánfora del tiempo. Sus manos en mi nuca, mis manos, agrimensoras de su espalda. La noche nos acogía como a peregrinos.

miércoles, 5 de junio de 2024

15 Miradas



Nada en el jardín me lo ha contado, y lo he sabido. El día se mueve con torpeza, se apoya en las azoteas en su inarmónico avance hacia ninguna parte. No parece que pueda traer algo en las manos que sorprenda. Ni siquiera a una despistada como yo. He sumado los números de la fecha y jamás había obtenido una cantidad tan anodina. Ningún pájaro alrededor se ha posado en la copa de un tilo a meditar sobre la gratuidad de su canto. Y, sin embargo, esta alegría entre los setos por florecer no la recuerdo en ninguna otra jornada.

sábado, 1 de junio de 2024

Cumpletextos del miniaturista



Este es el texto dos mil de El Visir de Abisinia. Los primeros aparecieron hace diecisiete años, la edad del blog. Que no sea la mía no sé si provoca lamento o privilegio. Como no se sabe la vida que va a tener este artilugio, tampoco sé si es una publicación adolescente o ya vetusta. ¿Por qué pongo en segundo lugar lo que pienso? La métrica de estos textos es siempre la misma, cien palabras. Lo decidí así para no confundir lo que escribiera para el blog con lo escrito para el papel. Al final, el confundido he resultado yo.

lunes, 27 de mayo de 2024

Estalactitas 07



Las olas, púgil que aspira al campeonato, entrenan su gancho en el saco de la escollera. La espuma salina de cada embate alcanza la mesa exterior de la taberna donde se reúnen los oradores abstemios para salvar el mundo. Uno, tuerto y de herrumbrosa piel, ha renunciado a su pasado como marinero; otro, con dedos de entomólogo, trata por su nombre hasta los guijarros que cubren los caminos de la isla; este, cetrino y estirado, es un hacha en las quinielas. Solo aquel desentona, desgarbado y lunático, ebrio, al tiempo que la lejanía azul de la mar despierta su entendimiento.

miércoles, 22 de mayo de 2024

Estalactitas 06



En los árboles, al otro lado, cantan los pájaros cada tarde, enloquecidos. Sus melodías atraviesan muros y alambradas, se cuelan por los barrotes de la ventana por donde quisiera deslizar mi cuerpo. Ni siquiera los golpes sobre la gravilla que dan las botas de la patrulla logran enmudecerlos. A veces, en verano, la caída del sol dibuja en la pared las copas que sobresalen, y trato de distinguir alguna sombra con apariencia de ave, sin conseguirlo. Todo lo que no logro ver, sin embargo, está al alcance de cualquiera que pasee con libertad por el campo. No son ideas mías.

viernes, 17 de mayo de 2024

Estalactitas 05



En el comedor, presidiéndolo, contempla un paisaje pintado al óleo con un pincel de abanico. Un miope que hubiera perdido las gafas no sería tan preciso en la destrucción de los detalles. Pero no había acudido a aquel domicilio para una tarea artística, sino para subsanar un problema de fontanería, seguramente ocasionado por el operario que había trabajado en las tuberías con anterioridad. Es posible que provocado por alguna reparación incluso anterior. Cómo explicarle al propietario, que había avisado a su seguro, de la presumible contribución suya a esta cadena de desaguisados. O, entonces, ¿qué ley moral ampara los silencios?

lunes, 13 de mayo de 2024

Estalactitas 04



Le gusta a la florista del barrio invadir con macetas la acera. En pizarrines escribe a mano el nombre de cada planta. Sin dudarlo, creo que son más atractivas las flores que las palabras, y cuando me detengo a mirarlas, me cuesta relacionar unas con otras. Me sorprende el precio al que las vende. No solo el hecho de que lo tengan, sino también lo poco que cuesta llevarse a casa algo hermoso. Me pregunto si no le ocurrirá a la belleza lo mismo que padece su par, la verdad, otro producto de consumo que nadie se interesa por adquirir.

jueves, 9 de mayo de 2024

Estalactitas 03



Dos tipos duros en la puerta, como un negativo de las figuras de alabastro que custodian los jardines romanos. En sendos brazos al descubierto, un muestrario de tatuajes. Cada cual más sombrío. Las vibraciones del ritmo rebotan en paredes, suelos y sobre las cortinas de la entrada. En el interior de la discoteca, solo una sordera aguda podría orientar los pasos. Gotas de sudor fulgen sobre la piel de quienes bailan. Creía que el ocio era allí el único lenguaje, hasta que averigüé que se trataba solo de un rito más de exaltación ante la tenacidad de la muerte.

domingo, 5 de mayo de 2024

Estalactitas 02



Se detienen delante del puesto. Apartan unos para ver los títulos que hay debajo. Y los amontonan de otra manera. A veces se detienen en alguno. Lo abren. Parece que les atraiga, pero lo cierran y cae sobre los demás. Entre tantos libros es imposible, me digo, que ninguno interese. El que les guste, respondo, seguro que ya lo tienen. Cuando se colocan uno bajo el brazo, ya cuento con la venta. Si lo leen o no, eso no se incluye en el precio. Hubo un tiempo en el que Dios estuvo en uno de estos, ahora está en todos.

miércoles, 1 de mayo de 2024

Estalactitas 01



Con la bandeja llena de bebidas sobre el equilibrio de una mano, el camarero se detiene y con la otra deposita en la mesa una taza que sujeta por el platillo. Después se adentra en el barullo de la sala a rebosar. El café aún tiembla en su recipiente de porcelana cuando me miro en él como haría una efigie en el estanque que decora. La luz negra en tan diminuto sol no da qué pensar. Al lado, sin abrir, el sobrecito del azúcar mantiene su condición acolchada. Ejemplifica la tentación constante, una manera de ser menos que proporciona identidad.

lunes, 29 de abril de 2024

14 Miradas



Qué ridículo. Ni siquiera consigo evocar aquel momento, la circunstancia, el patinazo. Cada día que pasa lo pienso como una palada de olvido sobre mi idiotez de entonces que de inmediato se deshace igual que lo haría un cubo de nieve vertido sobre un hierro incandescente. Así se mantiene, desde entonces, lo ocurrido. Bajé los escalones confiando. Me había quitado el abrigo al entrar, lo llevaba doblado en el brazo. Aquella tarde me sentía el dueño del mundo. Miraba solo para que me vieran mirar, ¿quién?, no importa, la ciudad. Te diste la vuelta y una marioneta actuó por mí.

jueves, 25 de abril de 2024

13 Miradas



Qué silencio cuando me sumerjo hasta el fondo de la piscina. Lo que daría porque la apnea pudiera alargarse no ya minutos, sino horas, la tarde entera aquí abajo. De repente siento la necesidad de salir. Y salgo a una algarabía de cuerpos, bebés que lloran, niños que corren, adolescentes hablándose a gritos de una punta a la opuesta, gente contándose la vida por todas partes. Respiro, vuelvo a tomar aire y me impulso hacia el pavimento de la piscina en busca de un sumidero secreto hacia otro mundo más leve. Que no exista no significa que no pueda encontrarlo.

viernes, 19 de abril de 2024

12 Miradas



Qué extraño se me hace ver a tanta gente arremolinada en torno a las mesas con libros en el mercado de ocasión y que ningún gesto al alargar el brazo hasta un volumen sepultado por otros, del que solo asoma una mínima esquina, no sea el tuyo de sorpresa por la edición que acabas de rescatar del insomnio. También te observo mientras extraes del monedero las escasa monedas que el librero te pide y se las entregas con una sonrisa, de repente compartida por la otra parte que realiza la transacción. Otros repiten los mismos movimientos, pero ninguno soy yo.

lunes, 15 de abril de 2024

11 Miradas



Qué sensación la de entrar el primero en el cine, tras haber encabezado la cola de acceso, y admirar después la geometría de los asientos vacíos, dar una vuelta a la sala y no saber desde dónde ver la película. Poco a poco va entrando el público de la sesión. Hablan unos con otros. No se entretienen en trazar rectas y diagonales sobre las butacas, les basta con interrumpirlas sentándose en cualquiera al buen tuntún. Continúo en pie, observando cómo se va completando el aforo desde el centro. Al final ha de quedar por fuerza un lugar libre, el mío.

miércoles, 10 de abril de 2024

Cuentos del hada jubilada (nonagésimo)



Una gasolinera abierta en mitad de la noche, junto a una carretera por donde transitan camiones taciturnos, es lo más parecido a un oasis en el desierto. Lo que allí ofrece el agua, aquí lo entrega una combinación enfática de luces eléctricas. Las palmeras de la iconografía infantil se transforman en postes de combustible y en un pequeño comercio donde la tentación se ofrece convertida en galletas bañadas en chocolate. Una vez que he detenido el coche, no lo arrancaría nunca. Me quedaría a vivir como una beduina cansada de serlo, que hornea pan por las mañanas para los peregrinos.

viernes, 5 de abril de 2024

Cuentos del hada jubilada (octogésimo noveno)



En la noche que ha limpiado el viento durante el día, la luna. Una brillante C de decreciente. Como la mía al escribir estos Cuentos con descuento de palabras. Menos que breves, ajenos al trinomio de presentación + nudo + desenlace. Eso da siempre algo más que la nada de tristes paradojas entre opuestos que se llevan bien. Quedan para tomar unas copas, se cuentan intimidades y muestran su compresión con leves inclinaciones de cabeza. ¿Qué contrarios son estos que tanto se quieren? Contemplo la luna detrás de la ventana. La invitaría a cenar para que no esté tan sola.

lunes, 1 de abril de 2024

Cuentos del hada jubilada (octogésimo octavo)



Entre las citas poéticas que habré leído en mi vida sobre las rosas, me quedo con el verso de William Blake: “¡Oh, rosa, estás enferma!”. La primera vez que lo leí pensé en Heráclito, aunque no estoy segura de que el clima de Éfeso sea propicio para los jardines. Resulta frecuente que, siendo hada, a una la relacionen con símbolos de la belleza. Es verdad que las rosas combinan sus pétalos con elegancia y saturan muy bien el color en las fotografías. Y nadie piensa en gusanos cuando percibe su fragancia. Excepto yo, que las aprecio solo cuando se marchitan.

miércoles, 27 de marzo de 2024

Cuentos del hada jubilada (octogésimo séptimo)



El vecino ha instalado una chimenea de metal brillante junto a la vieja, que era de teja. Cuando regreso veo humear la reciente y contemplo la antigua silenciosa. Me pregunto por qué el no lanzar humo a la atmósfera lo identifico con no hablar. Podría haber dicho improductiva o estropeada. Sin embargo, la columna que emborrona el azul del cielo me ha parecido locuacidad y mudez la inútil. Me inquieta qué hay detrás de metáforas tan simples. Que me identifique con la que está llena de grietas antes que con la que reluce no es significativo; que prefiera callar, quizá.

sábado, 23 de marzo de 2024

Cuentos del hada jubilada (octogésimo sexto)



Uno de los artistas plásticos que más aprecio es el humo. No todos los humos, claro. Me obnubila el de los cigarrillos rubios. Tan hialino y estilizado cuando emerge directo del tabaco, quieto sobre un cenicero. Es un lenguaje puro. En una época incluso estuve estudiándolo. Cómo sería la lengua que hablamos si los órganos de fonación pudieran emitirla desasistida de cualquier semántica. Una columna de sonido, parecida a la del humo, ascendería desde las bocas con idéntica inocencia. Lo malo es que enseguida el fumador retoma el cigarrillo, aspira y devuelve un humo lleno de significados pérfidos y egocéntricos.

martes, 19 de marzo de 2024

Cuentos del hada jubilada (octogésimo quinto)



Nada hay que deje un poso tan agridulce como la jornada de hoy. Una no se acostumbra a que llegue como un día sin más, por sorpresa. Aunque parezca abultado el número, nunca parece suficiente. Por sortearlo me escondería en un tren de los que cruzan planicies inabarcables para la mirada. Me sentaría, luego, en una piedra, junto a una finca de cultivo, a contemplar las maniobras del tractor y aplaudiría después al labriego. Si lo hace bien, claro. Juzgaría el mundo por lo que ocurre en su esquina más remota, y tal vez saliera así indemne de esta fecha.

jueves, 14 de marzo de 2024

Cuentos del hada jubilada (octogésimo cuarto)



Colecciono personas de las que desconozco el nombre. Inicié la recopilación cuando di por concluido el repertorio de aquellas cuyo nombre podía recordar. Al inicio no sabía a qué me enfrentaba. De hecho, cualquier ser humano vivo podría formar parte de mis preocupaciones; propósito que me asustaba, no porque no me interesara, sino por el abultado número de elementos del grupo. Con el tiempo he conseguido encauzar las dimensiones de mi nueva colección, que ya no me abruma, en absoluto. La forman las mismas personas que integraban la anterior, solo que ahora ya no me acuerdo de cómo se llaman.

sábado, 9 de marzo de 2024

Cuentos del hada jubilada (octogésimo tercero)



En las películas de piratas me inquietaba, de niña, el contraste perpetuo en el que se desarrollaba la vida de los marineros. Un lugar tan pequeño para poder moverse, dentro de una inmensidad alrededor tan inútil para dar un paseo. Luego, de joven, la inquietud no dejó de crecer y empezaron a preocuparme los efectos que debía de producir el olor en la convivencia, el de los cuerpos encerrados y el de los espacios interiores del barco, sobre todo después de que descubriera la palabra «sentina». Hay vidas que, quizá por parecer inviables, me hacen soñar con otra vida diferente.

martes, 5 de marzo de 2024

10 Miradas



Cada vez que entra o sale alguien, la campanilla lo avisa. Es la señal que desvía levemente la mirada de la conversación que se mantenga, sin importar con quien sea, hacia la puerta. Apenas un instante, el preciso para saber si el vacío que deja quien abandona la sala resulta relevante en la geografía de aquel momento en el Café, o si, tal vez, se incorpora aquel a quien merece la pena agregar a la constante vigilancia de los ojos, a la espera, quizá, de una palabrita casual que dé pie a, quizá, una tímida respuesta como promesa de continuidad.

viernes, 1 de marzo de 2024

09 Miradas



La trashumancia antes que un oficio parece el castigo de un dios soberbio. No por la soledad de los parajes que se atraviesan, un regalo de quien sea que mande en el cielo, sino por lo opuesto, el ajetreo de ciertas noches, cuando paso cerca de una población. Con las ovejas en el aprisco, me aseo y bajo a patear las calles hasta el último bar abierto. Conozco a gente. Me divierto. En cada pueblo busco encontrar un motivo para quedarme, pero al amanecer retiro el candado del redil. El día que no lo haga, tampoco lo echaré de menos.

lunes, 26 de febrero de 2024

08 Miradas



La senda acaba cuando se llega a un barranco, cortado a cuchillo, entre una loma y la siguiente. Ante ese final, a nadie le gusta caminarla porque luego ha de volver sobre sus pasos. Los excursionistas prefieren las rutas en círculo. Regresan al mismo lugar, pero sin repetir sendero. Aunque no se dan cuenta de que repiten sentido. Hay más contraste en la ida —admirando lo que aparezca delante— y vuelta, que en seguir una ruta siempre ciega para lo que se deja atrás. Estaba a punto de decírselo cuando me lo explicó, sentado en una peña ante la quebrada.

jueves, 22 de febrero de 2024

07 Miradas



En los soportales que hay en el exterior del mercado, allí donde los campesinos de la zona venden frutas de la época y verduras de sus huertos, tenía su tenderete. Lo cuidaba con esmero. Fue lo primero que me llamó la atención, con qué gracia y armonía de colores ponía a la venta lo que le habían traído, de madrugada, hortelanos poco hábiles para el comercio. Iba a diario. Las lechugas conservaban gotas de rocío en sus hojas. En los pedúnculos de las manzanas se podían ver restos de savia. Nunca en mi vida he comido tanta verdura como entonces.