domingo, 29 de diciembre de 2024

Bye bye 2024



Ni sé cómo llegamos a aquella conversación precisamente el día en el que nos conocimos. Ocurrió por casualidad. No tenía previsto entrar en la cafetería, pero al pasar por delante sentí una urgencia súbita, aumentada por la posibilidad de saciarla solo con girar el cuerpo y acceder. Pedí un café en la barra y fui directo a los servicios. Al volver, el café humeaba donde lo había pedido, pero alguien bebía el suyo delante. No sabía si enfadarme o ser cortés. El caso es que nos pusimos a hablar, y de inmediato, sobre el secreto encanto de lo que acaba.

martes, 24 de diciembre de 2024

Pequeño cuento de Navidad



Calles nocturnas sumergidas en niebla, farolas que apenas alcanzan a iluminar un círculo de humedad a su alrededor. Edificios desaparecidos. Paisaje de un cuento gótico que nadie está contando. Ambientación de película de miedo, fantasmagóricas calles de suburbio londinense, pero ninguna cámara. Solo pasos por el empedrado de quien convoca recuerdos literarios al avanzar por la solitaria medianoche del día ya de Navidad. Y camina risueño como el niño que acaba de encontrar un juguete perdido hace tiempo. Cuando celebraba en la casa familiar las fiestas, la niebla solo era algo que le fascinaba al otro lado de la ventana.

jueves, 19 de diciembre de 2024

25 Miradas



Crece. Pero no como la tormenta sobre la cresta de la montaña alta. Tampoco como el arroyo cuando las aguas desbordan el cauce durante el aguacero. Crece con mayor lentitud. Un árbol que todavía es un retoño entre las piedras. Una flor aún por abrir, camuflada con las matas. Le veo crecer día a día como todo lo que emerge de la tierra, y me siento tierra, hondura cuyos secretos ni yo misma conozco. Me basta con verlo cada vez un poco más alto, las palabras algo mejor pronunciadas. La voz más suya. El silencio de arena húmeda, más mío.

sábado, 14 de diciembre de 2024

24 Miradas



Que no soporte el silencio en la expresión de mi rostro deberías comprenderlo, igual que no te sorprende que pase por la calle alguien discutiendo sin nadie a su lado. O esos pesados que pierden el tiempo tarareando las melodías más infames. Utilizo este término a propósito, porque hay quien me lo aplica, sin saber nada de mí, sin siquiera preguntarse por qué razón ando gritando a todas horas con las intervenciones que le hago a mi piel y a mis órganos. Por qué me produce tanta repugnancia el vacío con el que me miran los asustadizos de gesto redundante.

lunes, 9 de diciembre de 2024

23 Miradas



Estaba seguro de que algo mío quedaría en mi retrato. Ya lo había probado casi todo y en diversas combinaciones, desde las confesiones de un desmemoriado hasta los autorretratos de un desconocido. Es lo que caracteriza la literatura si no se la toma en serio. Permite ir pasando de juego en juego. Pero cuando uno se ha cansado de divertirse y se sienta en verano bajo el toldo de un bar a tomar un refresco, algo ha de permanecer a flote en la conciencia para no verse desaparecer como las burbujas de una bebida efervescente abandonada antes de ser consumida.

jueves, 5 de diciembre de 2024

22 Miradas



No me voy. Tampoco tengo interés en despreciarte. No sé de quién eres súbdito, a quién rindes tributo. De ti no sé nada. Desconozco tus razones, los motivos para situarte donde te has colocado para hacerme hablar. No tengo por qué encaminarme a otro lugar. Este ha sido mi sitio durante mucho tiempo. Le tengo aprecio a esta plaza. Al frío que hace en invierno. A los gritos que se profieren en las madrugadas de julio. Es lo que ha quedado y estoy conforme con su nada. Ni se me ocurre emprender la conquista de otra memoria. A mi edad.

domingo, 1 de diciembre de 2024

21 Miradas



Ay del día que nieve en Córdoba. Una nevada alpina, rotunda, glacial, inapelable. La aguardo desde hace siglos, como un devoto. Incluso me da igual la muchacha o el muchacho, su pericia o sus ganas de hacer reír, que quiera subirse sobre los hombros de otro, que lo alce, que sitúe sus brazos a la altura de esta ausencia que padezco. Tenga entonces la destreza que sepa, obre con esmero sobre el muñón de nieve fresca, moldee los ojos que tuve, la boca que supo decir lo que ahora solo pienso y la nariz de la que tantos se carcajearon.