miércoles, 27 de enero de 2021

Cuentos del hada jubilada (vigésimo séptimo)

Una tarde de viento, una ráfaga coló por la ventana abierta un inquieto punto rojo. Dio algunas vueltas sobre los muebles, como un pájaro que luciera un plumaje vistoso, y después fue a caer sobre el sofá, en aquel momento desocupado. ¡Mira —dije al levantar con los dedos el cáliz de una amapola— es una amapola lo que ha traído el viento! En la clase de ciencias naturales saqué buena nota; en la de creación literaria no creo que aprobara. Como sonreíste, no me importó. En un jarroncillo su acento rojo brilló unas horas sobre la caligrafía gris del día.

sábado, 23 de enero de 2021

Cuentos del hada jubilada (vigésimo sexto)

La luna, una lámpara que la lejanía enciende. Platea las tejas de la casa, las hojas de la buganvilia y las flores de jazmín caídas sobre la hierba. Con un hatillo de penumbras en la espalda transita las carreteras a horas en las que nadie circula. Brilla en los cristales de la ventana cuando los durmientes apagan la luz, una vez cerrado el libro que les ha acompañado hasta el sueño. Extiende su gélida calma sobre lo ido. En invierno pasea con un abrigo de brumas sobre el bulto de las montañas e inspira la pluma de los cuentistas insomnes.

lunes, 18 de enero de 2021

Cuentos del hada jubilada (vigésimo quinto)

La casa se oscurece. En su blancura, la cal se encoge, sábana bajo las mantas. Los aromas llegan con la brisa desde lejos. También rumores, murmullos. Dentro, muebles, libros en las estanterías, discos, cortinas, la lámpara apagada. Ahora, meros bultos, desde su sombra se convierten en niños que en cualquier sitio cierran los ojos para dormir. Los mayores se han sentado en el porche, de cara a la nada, y sus voces resuenan por las habitaciones. El tiempo es el único que se ha ido a otro lugar, tan ausente que, como en los cuentos, solo parece existir lo eterno.

jueves, 14 de enero de 2021

Cuentos del hada jubilada (vigésimo cuarto)

Desde el otoño las viñas languidecen. Desasiste el verdor a sus hojas, el viento las arranca, las lluvias las devuelven a la tierra. Su fruto se fue en cestos a rebosar, sobre un tractor que parecía ronco. Ahora llega el frío y con él la tijera que acaba con sus melenas. Apenas quedará un tronco retorcido antes de que marzo regrese con el milagro de las ramas, las hojas y el apunte de los racimos. Desde otoño las viñas se encierran en sí mismas, parecen no contar ningún cuento, pero los memorizan en la savia que hiberna en su interior.

domingo, 10 de enero de 2021

Cuentos del hada jubilada (vigésimo tercero)

La primera vez que entré en la estación de la mano de mi papá, con qué nitidez lo recuerdo, me sorprendieron lo grande que eran las locomotoras. Aún me aguardaba una sorpresa mayor. Que se fueran. Creí que para siempre. Cada tren se construía para irse. La idea creció en mí al comprobar que nada se iba nunca: ni las horas de colegio, ni mis compañeras, cada año más tontas. Nada tenía la libertad de arrancar un día y desaparecer. Por eso, cuando me dejaron salir sola quise visitar la estación. A contemplar lo que se va sin dejar rastro.

martes, 5 de enero de 2021

Pequeño cuento de la noche de Reyes

Junto a la ventana, un plato de cerámica con frutos secos, una pastilla de chocolate y algunas galletas de hojaldre. Un vaso con agua. Unas hojas de lechuga para el camello. Preside la escena una maceta donde florece una poinsetia cuyo rojo dormita en la penumbra de la sala. Al lado, un espacio vacío que parezca un lugar propicio a las descargas. La iluminación del tenue reflejo de las farolas, la persiana se ha quedado levantada, bastará como guía. Frío de enero. La luna ya en cuarto menguante. Los sueños emparentados con los deseos. La noche. Prisas para que acabe.

viernes, 1 de enero de 2021

Pequeño cuento de Año Nuevo

En cada inicio se esconde una falacia. En el de las palabras el fraude del significado, fruto cuyo dulzor deja la promesa de una semilla que se lanza al otro lado del camino. En el de los cuentos, la farsa de que la memoria los ha conservado, miel dentro de un tarro en lo alto de la alacena, a lo largo del tiempo que hubo una vez. En el de la escritura el embuste de que fue regalo de los dioses, un mar que nutre los ríos y los arroyos y alcanza el manantial y se adentra en la roca.