martes, 28 de mayo de 2013

Caligrafías / 3


Un muro suele anhelar, como si fuera un soneto, la perfección. La armonía rectilínea de su decir, el golpe de racionalidad que cuadró la piedra, las cesuras donde respiran las incógnitas. Un muro levanta catorce versos sobre un desconcierto o tal vez sobre una emoción. Como si fuera un soneto, el amontonamiento de palabras los oculta al otro lado, donde habitan gusanos, culebras de campo y algunas especies de escarabajos que se entierran tras aparearse. Un muro, al fin y al cabo, nunca dice nada. Como un soneto. Se atraganta quien lee su emplasto de sílabas numeradas y sillares desparejados.

domingo, 26 de mayo de 2013

Caligrafías / 2


Cielo nocturno a mediodía, la luminosidad de pétalos tan blancos dicta la oscuridad a su alrededor. Se dice que los filósofos estudian las estrellas reflejadas en un espejo; los poetas, tan predispuestos siempre a dejar olvidados los instrumentos encima de la mesa, contemplan las geografías de la noche en la trama de florecillas silvestres que crecen en el margen de los caminos sin tránsito. Igual que soles muertos, continúan deslumbrando mucho tiempo después de haberse apagado. Alguna rueda despiadada pasará por encima. Las arranca el campesino térreo para que no corra su semilla, pero permanece inalterable su tan diminuta enormidad.

viernes, 24 de mayo de 2013

Caligrafías / 1


La tarde escribe sus odas de género con la pluma del viento sobre el verdor adolescente de los campos de cereal. Los trigales se apuntan con entusiasmo a cualquier juego. Les gusta deshacer la trenza de su espiga y brindársela a la brisa. El sol, pintor paisajista aficionado, desenrosca el tubo de amarillo que acaba de comprar. Un simple apretón en el culo vierte sobre la paleta el churretón luminoso con el que repasará cada una de las sombras. La primavera se expresa con una métrica clásica, en su armónica cadencia las amapolas crecen siempre dispuestas a subvertir la rima.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Una habitación de hotel en Málaga

 Para o JLBG 

No es por el color mustio del papel pintado, tampoco por el tacto acrílico en las cortinas, pero siempre impregnan con su tristeza. Digo yo que quizá sea porque las habitaciones de hotel son lo más parecido que exista a nosotros mismos por dentro. El huésped que acogió ayer nuestra alma, sus emociones o pensamientos, ya no está hoy, cuando entra otro con un presente que dejará de serlo cuando salga mañana por el pasillo arrastrando una maleta. E igual que en la memoria, del visitante quedará solo la melladura en el mueble donde se dio el golpe al pasar.

lunes, 20 de mayo de 2013

Carmen. Elegía.


A nuestra espalda, la espalda del templo del Tibidabo. Delante Collserola, una alfombra verde tendida ante la llanura industrial y en exceso poblada del Vallès. Como fondo, algunas nubes dibujadas por la mano de un niño. Te quedaste, Carmen, un instante ensimismada. Francisco hablaba de cómo había aprendido la filosofía que corre por sus escritos. De pie los cuatro, en la explanada de tierra sin urbanizar, estábamos hechos de la materia efímera del habla. Sin siquiera imaginarlo, el arte —la memoria— ya trabajaba para extraer el tiempo de aquella tarde y convertirla en un símbolo. Un dolor, aturdimiento. Un silencio.

sábado, 18 de mayo de 2013

1924

Franz Kafka fallece en Kierling, Austria

El candil del imperturbable jefe ferroviario dio vía libre a cuantos trenes cruzaban por los libros que escribía, uno tras otro, en espera de que sus páginas sintieran el vapor de agua y el taconeo de los viajeros al apresurarse leyéndolas. Nadie descendía en la estación de mis obras, y no es razonable que ahora, cuando nada queda por llegar, aún espere un cambio en las rutas, una sustitución del jefe, algún nombramiento en la alta dirección de los ferrocarriles. No, Dora. Los obreros desmontarán marquesinas, derruirán paredes. Lo que imaginé y nadie quiso, en la noche se pierda. Conmigo.

miércoles, 15 de mayo de 2013

1923

Rainer Maria Rilke se aloja en Schöneck,enfermo

Crecen rosas rojas entre los sonidos de una lengua cuando no es la que aprendimos de pequeños. Paredes, baldosas blancas. El bordado azul con el nombre del Sanatorio en las toallas. Blancas. Si me pregunto, no reconozco otra patria que esta sucesión de cuartos como agua en el patio que no encontrara sumidero. Así me estanco y flotan en mi superficie pétalos de amapola traídos por el viento. Colcha, mesa y silla blancas. Almohada. Objetos que me verán morir. En un jarroncillo, una rosa. Con ella hablo en francés. De ningún lugar cuando nací, de ninguna parte cuando me vaya.

lunes, 13 de mayo de 2013

1868

El peor año en la vida de Gustavo Adolfo Bécquer

Yo aprendí temprano, amigos, a querer a los poetas. Enjuto, casi pobre, sus ojos lagrimeaban cuando se inclinó ante la reina, y allí estaban todos aclamando a Quintana y yo mismo, barbilampiño, aprendiéndolo. Lancé las campanas al viento por Enrique Heine desde cuantas torres pisé. Lo divulgué en el fondo de las tabernas y en el imperial de los tranvías. Por Augusto di la vida y La soledad estuvo en mi boca más que mi nombre. Así he vivido, no me hagáis ahora, amigos, que sea yo adalid de mis propias rimas. Si nadie las defiende, morirán sin ese amparo.

sábado, 11 de mayo de 2013

Soho Square


En la plaza del Soho me besó. Fui a besarla, porque me dio la impresión de que era lo que tenía que hacer, pero ella se adelantó. El camino de la escuela a casa no pasaba, ni por casualidad, por allí. Con los cursos lo había ensanchado. Tanto que en aquella época recorría media ciudad de regreso. «Qué simpático» me había dicho. Era mayor que yo, bastante. Pelo largo, muy rizado, vestido de flores, gafas redondas. Yo, con el uniforme. Después de un elogio así, pensé que podía. Pero ella se adelantó y el Soho dejó de ser una plaza.

jueves, 9 de mayo de 2013

White Horse Street


Una colina áspera como un muñón. El viento se ensaña con sus lomas amarillentas de hierba quemada por la nieve. Algunas matas, entre piedras, como único aliciente para que el caballo blanco, solitario, eleve la grupa y avance unos pasos. Desde el ventanuco del pajar, donde he subido con una novela policíaca, lo observo cuando ya sé quién es la víctima y me aburre seguir leyendo. Padre ordeña, madre enciende lumbre. El olor a madera que arde se cuela por las rendijas. El cielo enlosado de la tarde precipita el día. Para la ciudad nada guardaré de la palabra colina.

martes, 7 de mayo de 2013

Bow Street


Elegir lazo, zapatos, medias, broche, silencios. Siempre había creído que lo más difícil era aprender a interrumpir la frase que estaba diciendo en su momento y no continuar hablando como una cotorra hasta que alguien tuviera la amabilidad de cortarme. Dios mío, sí, eso era lo más difícil. Contar algo sin descubrirse una por entero. Quedarse con alguna prenda puesta. Sí, pero cuando vi la cinta adecuada para el verde de la noche y el lazo por hacer, las cavilaciones se quedaron en nada. ¿Cómo anudarlo sin arrugas, vistoso, elegante? Y si prescindo de lazos… ¿sabrá apuntar bien el arco?

domingo, 5 de mayo de 2013

Becqueriana / 15


Con la corriente del río estampada en su falda la veo pasar en un vuelo de gaviota. Por el paseo las muchachas cascan pipas con los dientes y un coro de ancianos ensaya una obra que algunos aún no se han aprendido del todo. Aletea su blusa de plumas blancas con la brisa del mar. Un ciclista detenido sorbe con ansiedad un helado de vainilla. Dos vehículos de limpieza del municipio juegan una partida de ajedrez en una esquina. Me doy la vuelta para verla caminar con sus sandalias de hojas de cedro mientras las nubes sestean en los escaparates.

viernes, 3 de mayo de 2013

Becqueriana / 14


Las gafas me ordenan el mundo. El cauce desbordado de la realidad se acoge de repente a las leyes de la ingeniería. Cada color regresa a los límites de su dibujo como en la clase de los principiantes. Aflora lo que no existía, emerge lo desconocido. En la biblioteca del paseo cada rostro adquiere título y autor. Las gafas me confirman lo que hay. Todo lo que hay. La hilera de hormigas que sube por las piernas de granito en el monumento al héroe, la polilla que duerme dentro de un pliegue de la bandera. Muchos días prefiero no ponérmelas.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Becqueriana / 13


De la misma forma que existen acontecimientos, por efímeros que parezcan, que después de vividos buscan palabras, imágenes, verso y hasta estrofa en los que transformarse para pervivir, o tal vez solo para dejarse engatusar por el espejismo de la pervivencia, otros, sin que en el momento de producirse se pueda adivinar esta condición, carecerán de tiempo para sedimentarse en una mínima colección de palabras. La mañana de diciembre en la que Bécquer subió al tranvía, ya enfermo, y no encontrando lugar en su abarrotamiento decidió sentarse en el imperial descubierto, quedó perdida, sin respiración. Escribir será prestársela. Seguir contándolo.