martes, 25 de febrero de 2025

Primer libro de odas (7)



Veo ponerse el sol, cuando no hay nubes, detrás de las montañas y aunque vaya atareada, como una niña pequeña me quedo pasmada contemplándolo. Una bola de fuego que se esconde para que no la encuentre. Un lingote de metal candente que se enfría igual que la sopa que no quería comer. Sin tener sentimientos religiosos, mirarlo así detenida en mitad de la calle, con esa profusión de reflejos y colores por el cielo, quizá sea una forma de rezar. Hace siglos que el sol no es un dios, pero pienso en mis padres fallecidos y continúa siendo una metáfora.