lunes, 23 de junio de 2025

Los mensajes callados, seis



Era un campo en el páramo al que los vecinos llamaban desierto. Padre no quiso venderlo y cuando faltó nadie se avino a comprarlo. Ahí está. Nunca dio nada. Si chuto una piedra cualquiera con el pie, donde caiga se queda esperando a que regrese para encontrarla en el mismo lugar. Sea unos días, o unos años. A eso los habitantes de la zona se refieren como una ruina. Un suelo apelmazado que deja escapar el agua y lo manda hacia los regatos secos. Con el tiempo he encontrado sentido a su terquedad. El único espacio alrededor que cultiva silencio.