domingo, 17 de junio de 2012

Amarga escribe la verdad


La da un empujón un viernes cualquiera a una mentira y la echa a rodar en un mundo con las dimensiones de un cuartel. Quien se propone esparcirla antes acude a la peluquería, elige vestuario, combina tonos, estrena prendas. La mentira embellece. Del pozo ciego de su carácter extrae simpatía, ojos risueños, palabras dulces, mano en el brazo, sabe que convencer requiere antes gustar. La mentira seduce. Aquel empujón ya es un propósito de vida, un súbito descubrimiento que redime de la angostura. Nueva fe, militancia, credo. Ya nada se sostiene sin las virtudes de una mentira. La mentira consuela.