lunes, 25 de febrero de 2008

El círculo mágico del fragmento

Leo los microgramas de Walser. A Benjamin le parecían mágicos estos fragmentos donde el escritor, en su taller, integra, «los duros reveses de fortuna o el dulce sueño». ¿No parecen textos de un blog escrito a lápiz? Los Diarios de Kafka, Libro del desasosiego, Dirección única, Breviarium vitae, ¿no serían hoy nombres de algún blog? La pregunta es, en efecto, irrelevante. Más interés tiene darle la vuelta a la cuestión: ¿Puede un blog convertirse en un modo de trabajar el fragmento que sea —como quiere Gil-Albert— una «especie de compendio que nos asegura al andar que todo viene con nosotros»?

domingo, 24 de febrero de 2008

Ah, el amor, el amor.

El senador y candidato se reclina sobre el periódico. El asesor le abraza.
—Son unos canallas.
Era tan bonita. Me acuerdo de la cena donde tomaron esta foto, tan puñeteramente bonita, estaba preciosa con ese vestido, tan jodidamente bonita.
—No le dé más vueltas, senador.
Tan…
—Ya tiene listo el comunicado.
Tanto. Nos divertíamos tanto. ¿El comunicado? Y por la noche en el hotel.
—Su mujer y sus hijos preparan otro en su apoyo.
Su piel, tan blanca… ¿comunicado?
—Dejará claro que no mantuvieron relaciones sexuales.
Su boca… su cuerpo: un delfín entrando en el agua, mi cuerpo ¿sexuales? ¡Jamás!

sábado, 23 de febrero de 2008

Escatología

En mi paseo matutino hasta la panadería, y vuelta, he contado siete —cómo lo diré— caquitas —o tal vez porquerías— de perro. El mundo cambia, medito. En mi infancia, las mierdas de perro eran unas bolas blanquecinas, secas, pétreas. Uno podía chutarlas sin que se deshicieran. Para los niños de hoy, los excrementos caninos son como los de persona. De hecho, también los perros merecen nuestra humana «a» en el complemento directo: «Ahí veo a mi perro», exclama alguien. Preposición «a», por cierto, que no conservaremos siempre. Decimos: «Veo a Herminio», y un día diremos «Veo el cadáver de Herminio».

jueves, 21 de febrero de 2008

¿Son sonetos o abetos?

Vicente: Me ha gustado mucho el texto de Eladio Orta que citas en tu análisis de los sonetos agónicos. No estoy seguro, sin embargo, de que el suyo sea un ataque directo contra el soneto. Para mí dice algo más interesante: la poesía contemporánea está compuesta esencialmente por versos de ritmo libre, y el ritmo libre es tan poderoso que puede germinar también en las formas cerradas de un soneto, siempre que rompa su sonsonete. Ocurre entonces igual que cuando una dictadura encierra a un librepensador: la libertad no se puede encerrar: desde dentro del soneto ensalza el verso libre.

lunes, 18 de febrero de 2008

Luz de la tarde



Repaso las páginas escritas con cierto alborozo. Nunca antes había sido capaz de pronunciar el nombre de Shā Yú, tantos años guardado en líquido biliar. Sé que puedo hablar de él finalmente sin rencor. No sé si ahora, en este momento, hoy. En el curso de la narración, que ha de llegar hasta esta herida en la frente y hasta este vertedero, habré de pasar por su recuerdo como he evocado el de Kông Què, cuyos cerezos secos me proporcionan amparo. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que empecé a escribir? El sol parece haberse contagiado del cansancio de mi brazo.

sábado, 16 de febrero de 2008

A veces no es tan sencillo como comprar un periódico

Como se avecinan elecciones y a las ocho la ciudad ni siquiera se ha desperezado, medito qué haré con mi euro ante los montones de periódicos por vender en el kiosco. Si fuera nacionalista y quisiera leer en catalán, compraría el Avui; si, con la misma ideología, prefiriera el castellano, La Vanguardia. Si no fuera nacionalista, pero me gustara conocer el mundo en catalán, elegiría El periódico cabecera azul; si me decantara por el castellano, veo la cabecera en rojo del mismo diario o El País. Y si —la nación no lo quiera— fuese antinacionalista, El mundo y La razón.

viernes, 15 de febrero de 2008

Imagen en febrero

En un callejón del Puerto, el nombre de una boutique cerrada —como todas— subtitula este día de febrero: «La Nada». Las nubes reflejan su oscuridad sobre el encalado. Más arriba, en Dalt Vila, sólo albañiles que trabajan como supuso Freud que trajinaban los sueños mientras dormimos. Desde los baluartes, el mar hace esfuerzos por parecer más amenazador que el cielo. Tiene algún arte a su favor: sabe rugir. Y escupe iracundo contra las rocas. Hacia la ciudad, los áticos esperan estoicos el verano, con sus inútiles tumbonas y parasoles. Emerge una seducción extraña del frío, de la quietud, del abandono.

martes, 12 de febrero de 2008

«Diario de un acercamiento», de Vicente Valero, en Pre-Textos


Vicente Valero ha puesto en prosa los tres elementos que han acompañado desde niño la prosa de sus días. A veces aparecían de fondo, como figurantes, en los poemas que miraban siempre hacia cimas de mayor envergadura. En este libro es la poesía la que ha quedado de fondo, como la ocupación de quien, en primer término, está viviendo. Tres son los condimentos que siempre le acompañan: el verano, como una forma de vivir la insularidad; el paseo, como un diálogo con la naturaleza y con la realidad; y la lectura, como una manera específica, diría, de mirar el mundo.

domingo, 10 de febrero de 2008

«Lo desiscado», de Eugenio Padorno (Anroart Ediciones)


Eugenio Padorno les llama a sus diarios «Minutarios». En cubierta del primero imprimieron «Minotauro», y en éste «Minutaurio». No en vano Padorno es el autor con los títulos más enrevesados de la poesía contemporánea. El libro ha tardado dos meses en llegar. Tres veces reclamado. Lo publica la mejor editora canaria. Lo devoro la misma tarde. Los diarios de Padorno son secos, ásperos, antipáticos (como posiblemente sea él). Son mis preferidos. Están escritos a regañadientes. Pero amo dos cosas en ellos: ante el poema tiembla de incertidumbre como un adolescente. Y exige el reconocimiento de la poesía canaria; yo también.

sábado, 9 de febrero de 2008

La paseante

A las ocho de la mañana sólo han abierto el kiosco, la panadería y el café. Los escasos habitantes de las aceras juegan una partida de billar a esas tres bandas. Los atributos que cuelgan de sus manos señalan los aciertos. A veces cruza un personaje incómodo: en su mirada se advierte que juega a otra cosa. Pocas variantes admite la hora. Ninguna exige apresurar el paso. Cuando me ha adelantado tan deprisa, despeinada, con la chaqueta en el brazo y el bolso colgando, enseguida he sabido que llegaba con prisas de un país diferente, exótico: la noche del viernes.

viernes, 8 de febrero de 2008

A propósito del libro

Léelo con distancia. Tras las frases tópicas verás personajes temblando por haber perdido las ilusiones, con miedo, con la vida destrozada por tener que pronunciar esas frases tópicas que han saqueado sus vidas. Eso, debajo. Encima no hay retórica poética porque el dinero no la admite, sólo fragmentos de cuerpo social en descomposición. Un poema podría ser tuyo. Acaba así: «Lo siento, ya tenemos muchos libros». Ese vendedor que desayunaría con los vecinos somos los escritores. Nosotros, la encarnación de esa ingenuidad, al escribir. La respuesta de la sociedad a nuestro candor: «ya tenemos muchos libros». No habla de vendedores

miércoles, 6 de febrero de 2008

Palabras para Akira

Se contempla en las aguas de la noche. Les pide que no diluyan el azúcar que cae con la madrugada para aclararlas. Le asustan las esquirlas chispeantes que se adhieren a los dedos oscuros y van manchando con su albura el cielo. Se asoma al pretil de la noche y el miedo es tan intenso que no siente miedo; quizá eso la reconforte antes de que se endulcen la brisa, las ventanas, los zarzales. Sus ojos no han leído la carta de amor que le mandan las nubes, los vencejos, las hortensias; la que le has escrito tú, Akira, comprendiéndola.

sábado, 2 de febrero de 2008

Nómadas

Los adolescentes transitan por las avenidas las tardes de invierno. De un barrio a otro. Por las aceras de los polígonos. Por el margen de la carretera. Se desplazan ensanchando el mundo con sus pies, mientras los sedentarios lo reducimos a cubículos placenteros: nuestro coche. Esta mañana de sábado, a las ocho, mientras caminaba con el chusco y los diarios, me he cruzado con cuatro adolescentes que navegaban por Industria sobre sus tablas rodantes. Ellos y yo en la calle abandonada. Me he apresurado a proponerles un cambio: mi pan y mis periódicos por su patín de atravesar ciudades desiertas.

viernes, 1 de febrero de 2008

«Dinero», de Pablo García Casado



Esta colección de collages —con jirones de lenguaje, imágenes distorsionadas y fragmentos del deterioro desprendidos de la ideología del capitalismo— conforma un auténtico tratado de la desolación. Pablo García Casado ha escrito un libro con formas experimentales (el poema en prosa, la técnica del collage, la elipsis) y con un asunto que se aborda desde una objetividad radical (el sujeto, identificado con el poeta, está ausente), es decir, con los presupuestos propios de la vanguardia, pero con una intención temática que emerge desde el centro mismo de las poéticas subjetivas: la desolación ante el mundo, el desengaño ante la realidad.