Niles Spencer (1893-1952) La buhardilla, 1927
Cuando me levante pasado mañana por la mañana, me desperece y salga al camino del 2010, este año será —como todos— un montoncito de cenizas que humea. Si me entretuviera en dar una patada al polvo y tratar de adivinar lo que ardió en las ascuas aún incandescentes, vería en el rescoldo vestigios de aquellos muebles nobles largamente anhelados: un año sin horarios, una novela en tapa dura. De hecho, no todo arde con el tiempo: la humilde cerámica de lo escrito, el metal denso del amor permanecen, pero maderas y anhelos se calcinan con sus molduras de ebanista engatusador.