Lo que no deja la mañana sobre el mantel, Rosalía, ahí está, se ve con solo mirarlo.
Se muestra irritado hoy el camino. Insidiosos guijarros, maleza, nubarrones. Aunque le hable con delicadeza, responde con ingratitud.
Cuando levante el vuelo el mirlo habrá desaparecido una sombra en el bosque.
Cariñosa el agua se arremolina alrededor del pilar del puente. Con picardía le salpica y se ríe cuando parte hacia el mar sin darse la vuelta para ver el estremecimiento que deja.
Ya solo se acerca a la fuente, aunque sepa que hace años que no mana, quien aquí un día bebió.