En las afueras de la población, en un extremo del cementerio, han construido el recinto para las incineraciones. Las paredes de cristal permiten ver la cinta que transporta los ataúdes desde un extremo, donde los dejan los empleados, hasta el horno. Cuando las puertas se abren, el féretro desaparece, y al cerrarse se inicia la cremación. Las familias llegan en coche y se arremolinan frente a la cristalera. Siguen la mecánica del proceso en silencio. Con brotes de emoción. Paso a veces por delante, pero solo miro hacia la chimenea del edificio, donde contemplo desescribirse en el aire una vida.
lunes, 28 de noviembre de 2022
jueves, 24 de noviembre de 2022
Escrituras del barro / 4
De la vida en los bares he conocido el exterior. Lo poco que traslucen las cristaleras saturadas de pegatinas y carteles. No es algo ajeno a mí mismo, porque en todas las imágenes que capto de los interiores me veo a mí en medio, reflejado en el vidrio. Algo que no le ocurre a nadie entre los asiduos al local. No me miro al pasar, compruebo solo que me encuentro allí donde no estoy. Con esta satisfacción continúo mi paseo hasta el siguiente bar. No necesito entrar en ninguno para saber qué ocurre. La taxonomía es un conocimiento con límites.
domingo, 20 de noviembre de 2022
Escrituras del barro / 3
Dentro del tren de cercanías dominan los grises. El suelo gris, los plafones grises, el tintado de las ventanas gris. A veces los asientos son rojos, pero se perciben, por simpatía, también grises. Entre una parada y otra el mundo parece echarse a la carrera. El mundo es para algunos filósofos lo que manifiesta un sentido, y para otros lo visible de cuanto se ve. Nunca se ponen de acuerdo. Es una sensación estúpida ver perder el mundo. Luego, en las paradas se recupera. Hay casi tantos viajeros que entran como los que salen. Nadie parece conforme con su destino.
martes, 15 de noviembre de 2022
Escrituras del barro / 2
Las aceras no han vuelto a hablar conmigo desde que gasto calzado deportivo. Y de no oírlas me acostumbro a no transitar por las calles cuando camino. Avanzo como si lo hiciera absorto en el interior de los pensamientos, que, por otra parte, no soy consciente de tener. Debería llamar nubes a las calzadas que no se inmutan y vuelo a los desplazamientos, pero tal vez entonces no lograría expresarme con la claridad que siempre he subrayado como una virtud de la escritura. Y tampoco es cierto que sea de raíz ascética mi desaparición, quizá solo me afecte la sordera.
jueves, 10 de noviembre de 2022
Escrituras del barro / 1
Cuando se han quedado vacías las butacas y el murmullo ambiental de quienes se levantan con pereza y frases entrecortadas en la boca se ha trasladado, por el corredor de acceso, a otros espacios que ya no están en la oscuridad del lugar que es otros lugares, entonces, solo entonces siento la voluntad de contemplar lo que aún no he visto. Y si tuviera una cámara, fotografiarlo. El suelo, con restos de palomitas y envoltorios. Las cortinas, deslucidas a la luz. El silencio, ahora carente de significados. El vacío, un recipiente que se lanza, conmigo dentro, al cubo de basura.
sábado, 5 de noviembre de 2022
Modelo /9
Donde no he estado nunca, no solo también me veo, sino que en ese encierro permanezco. Lo compruebo ante mi sombra, que salta en cuanto puede para impregnar, como suyos, los espacios que me son ajenos. Ni yéndome se va, la elástica y la sutil. Se desprende de las transparencias de mi memoria y por sí sola reconstruye quien hubiera sido de haberse cruzado por delante un día que no viví. Y me provoca con el disfrute de su abandono. Qué desazón el no saber, dentro de un instante, si sigue siendo mío o ha regresado quien no quise ser.
martes, 1 de noviembre de 2022
Modelo /8
Desde el enlucido en la pared, llena de torpezas. El vacío del hueco vacío que le corresponde. El óxido del camastro por cubrir. La suciedad del cristal en la ventana, que la luz reproduce sobre las baldosas del suelo. Desde la nada se construyen los días. Se sienta en el suelo por demostrarse sumido en el abatimiento. Cómo desentenderse de aquello que no ve cuando mira es un primer no saber. Hay otros. Si se acostumbrará a los rostros que intimidan por desconocidos. A las sombras que provoca la iluminación eléctrica. A la ausencia de discurso cuando busque hablar consigo.
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