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Foto GCC
Como si la inmortalidad fuera conocida con el apodo de agosto quería que llegara ese mes, de niño, porque todo lo detenían sus días tórridos, sus playas hieráticas. No había médicos en verano, ni noticias, ni se sentía que pudiera ocurrir nada. El plazo sin tiempo. Las ideas infantiles siempre se quedan abandonadas en la cabeza como capillas ahumadas y polvorientas en iglesia de pocos fieles. Pero de las fuentes de agosto mana el mismo río. Mi amigo Elías lo dice en dos versos del poema «Visión de agosto»:
porta el aire un sabor a agua
remota, como de noviembre.