Coincidí en un bar nocturno con una fiesta de bibliotecarios que celebraban la jubilación de uno. Me uní al grupo porque, por edad, conocía todas las canciones que coreaban a voz en grito, al mismo tiempo que despejaban las jarras de cerveza a una velocidad que causaba vértigo. No aclaré demasiados conceptos sobre su oficio aquella noche, porque a las preguntas que planteaba respondían todos a la vez con argumentos diferentes, a raíz de los cuales iniciaban intrincadas disputas verbales. Cuando apagaron las luces para echarnos, el que se jubilaba me confesó, cabizbajo, que ahora solo le temía al silencio.
viernes, 27 de septiembre de 2024
lunes, 23 de septiembre de 2024
Fugas / 04
Las virtudes de la somnolencia es el secreto mejor guardado por los vigilantes de seguridad nocturnos. En el abandono de las instalaciones, en los corredores vacíos, en las puertas cerradas, en la práctica ritual del silencio encuentran un sentido que el resto de empleados —habituados al ruido y al desorden— ni se imagina. Leen de un libro solo las páginas en blanco que deja por cortesía el editor. Y las comprenden. Hasta tal punto que cualquier raya o muesca del volumen solo su lectura es capaz de interpretarla. Son veladores de la nada, incluso cuando se les cierran los ojos.
miércoles, 18 de septiembre de 2024
Fugas / 03
El conductor del último tranvía que circuló por la ciudad, el día en el que había previsto el ayuntamiento la finalización del servicio, fue elegido por ser el más joven de la plantilla. Una mitad del consejo de administración opinaba que debía ser el de mayor edad, para sugerir el envejecimiento natural del medio de transporte. La otra mitad discrepaba pensando en los reportajes fotográficos en la prensa al día siguiente. Al final triunfó este criterio. Un guapo conductor fulguró en un viejo tranvía, idéntico al que me había subido mi padre cuando me llevó por primera vez al cine.
sábado, 14 de septiembre de 2024
Fugas / 02
En el espacio cerrado de un silencio prendió aquel significado que el estudiante de filología y comunicación se entretenía desentrañándolo a ratos, mientras aguardaba a que se encendiera el viejo ordenador que el departamento había puesto a disposición de los becarios. No le preocupaba desconocer su contenido. Tenía artículos por leer, a montones, y aplicaciones que rellenar durante horas sobre el uso al que destinaba su horario. Los otros conceptos que aparecían aquí o allá los resolvía con un mero golpe de buscador. Todo parecía hablarle con claridad desde sus resúmenes, menos aquel instante en el que había permanecido callado.
lunes, 9 de septiembre de 2024
Fugas / 01
Nunca irradia tanta blancura la cebolla como cuando el hortelano la arranca del caballón donde está plantada y, tras quitarle la tierra golpeándola contra la pernera de su pantalón, la observa con una sonrisa en los labios y ojos de enamorado. Luego la deja caer en el cesto, junto a las otras, y su mirada absorta no oculta que la atraviesa un pensamiento difícil de determinar. O tal vez sea el estribillo de una canción sin excesiva pureza: Nunca avanzarás solo en el camino. Los pájaros ya emprenden vuelo, ronroneo de insectos, temblor de hojas en el limonero. Otra cebolla.
miércoles, 4 de septiembre de 2024
Cuentos del hada jubilada (y nonagésimo noveno)
Un texto es, igual que una ventana, un cuadrilátero. Paralelogramo. Una vía certera que conecta lo interior con lo exterior. Y viceversa. Una ventana, igual que un texto. Ambos son un modo al mismo tiempo diáfano y opaco. Que permite o impide la comunicación. Sea simétrica o asimétrica. Es todo lo que sabe del mundo el encerrado. Durante siglos acogió con discreción la infinita conversación amorosa. Un texto o una ventana, da igual. Es lo que les da gracia a los edificios; valor, al papel encuadernado. Ah, en mis Cuentos Completos de Hada por ningún lado aparecerá el término cien.
domingo, 1 de septiembre de 2024
Cuentos del hada jubilada (nonagésimo octavo)
Hay un instante en el paso de la niñez a no sé muy bien qué cuando de repente se descubre lo que una nunca había imaginado que existiera. Es el día en el que mis compañeros de curso se olvidan de los juegos rutinarios en el parque porque están construyendo, con unos cartones y unas arandelas, un avión de combate. Y una lo ve atravesando el cielo a la velocidad del sonido en ojos que no reflejan ya ninguna otra realidad. De nada sirve introducir en la conversación palabras picantes que los exciten. No los excitan. Insinuaciones. No les interesan.
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