Nada hay tan divertido como mezclar palabras y dibujos. Tan irreverente como suplantar palabras con dibujos, dibujos con palabras. El caligrafiar un paisaje con acuarelas o el trazar con acuarelas las líneas de una carta. Nada hay tan estimulante como combinarlo todo y encontrar sentido a cualquier combinación capaz de ser imaginada. Porque solo el pensamiento racional separa las artes y las cosas. Una manera de comprender escolar, que disgrega cuanto permanece unido, olvida las singularidades que cada cosa posee para enfrentarla a una idea de cosa que sirva para todas las cosas. Pero nadie piensa así si quiere divertirse.