Léelo con distancia. Tras las frases tópicas verás personajes temblando por haber perdido las ilusiones, con miedo, con la vida destrozada por tener que pronunciar esas frases tópicas que han saqueado sus vidas. Eso, debajo. Encima no hay retórica poética porque el dinero no la admite, sólo fragmentos de cuerpo social en descomposición. Un poema podría ser tuyo. Acaba así: «Lo siento, ya tenemos muchos libros». Ese vendedor que desayunaría con los vecinos somos los escritores. Nosotros, la encarnación de esa ingenuidad, al escribir. La respuesta de la sociedad a nuestro candor: «ya tenemos muchos libros». No habla de vendedores