Como se avecinan elecciones y a las ocho la ciudad ni siquiera se ha desperezado, medito qué haré con mi euro ante los montones de periódicos por vender en el kiosco. Si fuera nacionalista y quisiera leer en catalán, compraría el Avui; si, con la misma ideología, prefiriera el castellano, La Vanguardia. Si no fuera nacionalista, pero me gustara conocer el mundo en catalán, elegiría El periódico cabecera azul; si me decantara por el castellano, veo la cabecera en rojo del mismo diario o El País. Y si —la nación no lo quiera— fuese antinacionalista, El mundo y La razón.