miércoles, 28 de marzo de 2018

# 587


Cuanto se ha descubierto hasta hoy aún queda por descubrir. No basta ponerle nombre, fecha, lugar. De nada sirve archivar los descubrimientos en gabinetes cerrados con llave, ignífugos y herméticos o en simples cajas de cartón, paraíso de los pececillos de plata. Dentro, carecen de propiedades, de sensaciones, de provecho. Los descubrimientos andan siempre fuera. A la intemperie. Hay que ir a ellos, y descubrirlos cada vez una vez más. Y están, también, en quien los anda buscando. Que al encontrarlos, sabe que los ha encontrado. Los comprende. Los hace suyos un instante y luego los deja a su aire.