sábado, 9 de diciembre de 2017
Coro de ausentes | YEDRA
La luz se desentiende en ocasiones
de iluminar y las paredes
languidecen, flor que se quedó
olvidada en el vaso seco.
Inarmónicos, los sonidos huyen
del lugar que los lanza y corren
confundidos por el pasillo
sin encontrar dónde caer exhaustos.
Son tardes en las que parece el tiempo
ceniza acumulada sobre
el círculo donde ardió la hoguera.
Cierro, entonces, los ojos.
Para ver, dejo de mirar. La luz,
tal como quiero contemplarla,
le dibuja lunares al sendero
bajo la umbría. Y para oír
lo que no oye nadie,
el canto de los pájaros que vuelan
de copa en copa.