miércoles, 31 de agosto de 2016

1961-«La casa de las bellas durmientes»


Los vende como cazamoscas Shiki, ese joven de cabeza afeitada que se sienta en un rincón del jardín a verlas pasar, Masaoka Shiki. Al irritar con su insistencia, explica, los insectos roban los recuerdos a la gente. Cada volador que se aparta a manotazos resta la posibilidad de identificar un rostro entre la multitud o de reconocer en un paisaje de nieve las pisadas de quien se ha sido. Los pliegos enrollados los aplastan con solvencia, le dijo un día al viejo Yasunari, cuya desmemoria le acuciaba la búsqueda de una memoria de repuesto. Ni le oía, pasó de largo.