Entre retales encuentro la primera edición de Entre visillos. La abro: «19-3-1958. A mi querido padre con todo el cariño y la ilusión en que le guste este modestísimo regalo... Su hijo Pedro». Modesta es la dedicatoria, sí, y su final en los Encantes; no el libro. Sigo mirando el lote. Volúmenes de química —padre o hijo debieron estudiarla—. Qué poco se molestan los químicos en buscarle título a sus publicaciones. Me llama la atención uno: Teoría cuántica de la relatividad. Lo ojeo. Busco traducir poéticamente una de sus intrincadas fórmulas: «Te quise poco, pero tú me quisiste menos».