Una blusa con corazones bordados. De color verde desvaído. Algo grandes, quizá. ¿Quién la habrá elegido? Camina despacio, en línea recta. Sonríe. También cuando avanza sola por el pasillo. Si la llamo, sonríe con un gesto aún más abierto. «¿Has visto al dire?», le pregunto y su sonrisa responde que está en su despacho. Y continúa por los corredores que tan bien conoce. Cuando ya no la veo continúo escuchando el chasquido del bastón abriéndole paso. Sonríe, pero está triste. Se va, ya se lo han dicho. Es difícil saber qué significa tristeza para quien solo ha aprendido a sonreír.
jueves, 3 de agosto de 2017
Un ovillo en el Laberinto
Una blusa con corazones bordados. De color verde desvaído. Algo grandes, quizá. ¿Quién la habrá elegido? Camina despacio, en línea recta. Sonríe. También cuando avanza sola por el pasillo. Si la llamo, sonríe con un gesto aún más abierto. «¿Has visto al dire?», le pregunto y su sonrisa responde que está en su despacho. Y continúa por los corredores que tan bien conoce. Cuando ya no la veo continúo escuchando el chasquido del bastón abriéndole paso. Sonríe, pero está triste. Se va, ya se lo han dicho. Es difícil saber qué significa tristeza para quien solo ha aprendido a sonreír.