Planean un instante en las corrientes de aire y descienden luego hacia el papel donde se posan. En orden. Mejor, en fila. Una tras otra. Aunque expliquen el desorden, aunque hablen de laberintos, pese a que a veces no se entiendan entre sí. Descienden planeando un instante y se posan. Como hacen las golondrinas en los tendidos eléctricos, una al costado de la otra, formando la partitura de la tarde. La que se interpreta a coro cuando asombra contemplarlas. Una hilera que cruza el aire, las palabras, un trazado de hormigas en la arena. Escritas a lápiz en este papel.