martes, 23 de septiembre de 2014

Café il tempo 10


Había conservado las cajas y folletos, también las etiquetas con el nombre y dirección de la tienda donde los había comprado tras despegarlas del papel del envoltorio. Guardaba recortadas las páginas de periódico donde anunciaban los modelos que adquiría. Se hizo una foto a color —aunque ahora los colores hayan virado hacia un amarillo verdoso, casi gris— con unas cuantas piezas colocadas en ambos brazos. Sonreía con cara de estar haciendo una travesura. Luego la enmarcó y aún señorea sobre la colección de relojes que, perdido ya su cuidado, campan por el puesto de venta poco ordenado de los Encantes.