—Buenos días. Encantado. Mi nombre es Natsume.
—Vaya, señor Soseki, qué emoción, veo que conoce mi
lengua.
—Sí, también a mí me alegra que hable algo de japonés.
—¿De japonés? Disculpe, pero no tengo ni idea.
—¿Entonces?
—Eso digo yo, ¿cómo es que nos entendemos?
—Sin duda hablamos el mismo idioma.
—El castellano…
—¡Ah, sí, castellano! Cervantes. Magnífico. Pero yo solo
hablo un poco de inglés.
—Igual conversamos en inglés sin darnos cuenta. Aunque mi
inglés muere tras el Hello.
—¿Entonces?
—Ya es raro, ¿verdad, señor Soseki?
—Será cosa del guionista de sueños.
—Será. No iba a atravesársele esta minucia.