Algunos historiadores han subrayado el paralelismo que existe entre los actuales técnicos informáticos, en cuyas manos está hoy la transmisión de la información, y los escribas mesopotámicos. Es sugerente: en ambos casos la escritura real está fuera del alcance de los usantes del conocimiento —oral, entonces; alfabético, hoy—. Descubro paralelismos más optimistas. La escritura cuneiforme contenía en sus signos el recuerdo de toda la cultura pasada, que se hacía presente en la lectura —acaso porque la transmisión oral aún era reciente—; la singularidad del texto informático —su capacidad de hipertexto—, evoca aquel valor inicial de la escritura.