—Sería conveniente que hablásemos.
—Es verdad. El diálogo es conveniente.
—Siempre hay que hablar.
—Opino lo mismo. Soy un hombre dialogante. Soy un político dialogante. Un diputado electo dialogante. Soy un diputado. Soy.
—Hemos de hablar, sí.
—Perfecto. Tengo talante dialogante. Tengo acta de diputado. Y talante. Y dialogante.
—Esta vez hablaremos claro.
—Claro que hablaremos. Dialogaremos. Con talante, claro que sí.
—Esta vez no dejaremos nada por hablar.
—Ni dejaremos nada por dejar. Ni hablaremos nada por hablar.
—En esta ocasión.
—Nada hay mejor que ser dialogante. Con talante, sin enfado. Con acta de diputado.
—Hablaremos claro.
—Claro, hablaremos.