Pudo haber sido el día perfecto, incluso desmesurado. Una fecha que señalada desde hace tiempo en rojo sobre el calendario de pared por fin llega. Y antes de amanecer los ojos ya la buscan. La ropa por estrenar también se impacienta. Y luego, un recorrido de horas completo. Una actuación de secundarios impecable. Los protagonistas, sublimes. El plató donde todo ocurre incluso excede lo que se espera de la realidad. En fin, ningún estropicio, nada a destiempo, cero arrepentimientos. Pudo haber sido así, como si un mago lo hubiese urdido. Pero en un momento cualquiera, sin esperarla, irrumpe la noche.