Caer es una forma de abandonar el equilibrio. A la poesía se le supone, desde el equilibrio, el movimiento de ascenso, como a los globos aerostáticos. Jesús Aguado revisa la historia de los poetas para refutar esta convención y sugerir la opuesta: la forma de la poesía es el desequilibrio en estado de pureza. Su única manera de ascender ha de ser, por lo tanto, caer. Al agua desde la barca, ebrio, por abrazar la luna Li Bai; desde el avión el niño constante Saint-Exupéry. A la tierra, desde el cielo, el río Ganges. Para salpicar brillos sobre los versos.