…con mochilas escolares a la espalda y el uniforme desajustado del final de la jornada, en contra de su costumbre silenciosos, se escabullen camino de la plataforma de aires acondicionados en la cubierta del edificio. Nadie sabe cómo han conseguido la llave de la puerta que, a veces, por descuido dejan a su espalda entreabierta. Desde ahí, aún más cauto que ellos, me asomo a observarlos. Solo se sientan en círculo y se quitan la mascarilla. Ni siquiera hablan entre sí, pero se miran intensamente y con el dorso de la mano se acarician unos a otros las mejillas reveladas…