Detrás de estas paredes escondidas entre paredes, de los muros, de las cercas, de la noche que envuelve al día, hay algo que no entra nunca en la realidad. En la realidad solo cabe lo que hay a este lado del ladrillo a la vista de lo acabado deprisa, del punzón que graba fechas en sillares enmohecidos, del latón hiriente en el cerrojo cerrado, de la niebla que expande la palmatoria encendida. Una vez constatado, la imaginación busca grietas, descubre fisurases, amplía sonidos, abre puertas que no existen para que lo inexistente cobre alguna corporeidad, siquiera, entre unas cuantas palabras.