¿Es el mismo bosque lo calcinado sobre las losas del suelo que el bosque? Que lo recorriera con un rastro de mis botas en cada charco de barro o lo atravesaran las agujas de tejer fascinaciones resulta indiferente. Si me detuve y sentado en una piedra giré el cuello a uno y otro lado por contemplar las ofrendas del paisaje o aquel día no abandoné el camastro ni las infusiones de hierbas aromáticas, nadie, ni siquiera yo mismo, puede entregar en mano una certeza. La bandada de vencejos que ha partido hacia el sur deja en el vacío un surco.