F.C. In Memoriam
Unas simientes que ocupan el cuenco de una mano. Granulado ya reseco que una tarde las mismas manos extrajeron de un fruto con la punta de una navaja. Semilla a semilla, y que se quedó luego al sol, sobre un papel de estraza, en una tabla. Una azada, sujeta a un palo de madera, que esponjó el suelo, lo labró y luego lo peinó con surcos y montículos que retuvieran la tierra y el agua. Una azuela con la que abrir un hueco en la tierra y depositar las simientes. Luego taparlo. Regar. Ir regando cada atardecer. Saber cómo crece.