La poética de Mariano Peyrou (1971) no admite duda: «la comprensión / estorba y es patética como un dibujo / figurativo». Esta «irrealidad» no es, sin embargo, una cuestión retórica, sino una auténtica percepción de la realidad como encrucijada de todos los tiempos, como confusión de los contrarios y como indefinición esencial de cualquier definición. Con estas premisas Peyrou revisa ideas líricas —deseo, seducción o paternidad— con resultado sorprendente. Agrimensor de vacíos, traza un pensamiento que se arremolina en el lector y le conduce por donde nunca ha ido antes y tiene la sensación de que tampoco está yendo ahora, mientras va.