jueves, 19 de noviembre de 2015

Becqueriana / 79


Se entretienen mis dedos en los ojales de tu vestido. Con los botones juegan. En el estampado recogen flores para un ramo. Restablecen dobleces en el cuello y lisura en la caída de la falda. No dejan ninguna hechura por repasar. El dobladillo vigilan. La tela planchan con espíritu nómada. Nada queda secreto en tu vestido a la curiosidad de mis dedos. Lo transitan por encima y lo examinan por debajo. Lo estiran, deshacen arrugas, lo alinean con los hombros, arreglan las mangas y solo se sienten satisfechos cuando queda ajustado a la perfección a tu cuerpo. Entonces, te desvisten.