La vida es el arroyo que corretea entre las piedras junto al que uno se sienta, bajo la umbría de las encinas, para observar cómo las ranas saltan al cauce cuando oyen voces y perciben alguna sombra. La vida es la brisa de la tarde que peina los campos de trigo y esparce un aroma cereal que perfuma las palabras que aparecen en la luz llegadas no se sabe de dónde. La vida son las nubes que se forman y deshacen dando a su aparente quietud una velocidad que maravilla a aquellos cuerpos dinámicos ahora tan quietos sobre la hierba.