jueves, 5 de junio de 2014

Becqueriana / 49


Las mañanas empiezan con un coro de ninfas cuyas voces luminosas blanquean el horizonte. Con el vuelo invisible de una libélula sobre los nenúfares recién abiertos en el lago. Con el manto níveo de pétalos al pie del almendro solitario. Con los circunloquios en el lenguaje clandestino de los pájaros. Con las nubes despistadas que se equivocaron de borrasca. Con el tránsito de las abejas que recogen gotas de dulzor en las flores y primorosas las almacenan. Con el inquieto maullido del gato hambriento que araña los cristales de la puerta. Con el beso que crea el mundo cada día.