La persiana cuela algunas migas de la mañana. Despejado día de invierno. El sol resbala sobre la capa de hielo del estanque, tropieza con las gotas petrificadas en la boca del bajante, se remansa en la lona que cubre la leña bajo el cobertizo. La luz se desmenuza y pasa también por las ranuras, entre los listones de madera que ciegan la ventana. Dentro, no ve pétalos a los que iluminar. Una semana antes pidió que las retiraran. Que no le trajeran más flores. Más recuerdos. No encuentra ojos a los que seducir. Se esparce por las losas, agua derramada.
viernes, 3 de enero de 2014
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La persiana cuela algunas migas de la mañana. Despejado día de invierno. El sol resbala sobre la capa de hielo del estanque, tropieza con las gotas petrificadas en la boca del bajante, se remansa en la lona que cubre la leña bajo el cobertizo. La luz se desmenuza y pasa también por las ranuras, entre los listones de madera que ciegan la ventana. Dentro, no ve pétalos a los que iluminar. Una semana antes pidió que las retiraran. Que no le trajeran más flores. Más recuerdos. No encuentra ojos a los que seducir. Se esparce por las losas, agua derramada.