Aquel que se fija en el guijarro huido del parterre. Lo identifica en la acera, entre colillas. Lo sitúa en el centro de un objetivo imaginario y a partir de entonces no hay otra realidad en la realidad de una calle céntrica de la ciudad, a una hora comercial. Se acerca. Felino. No le quita ojo al pedazo de granito. Despacio flexiona la rodilla y levanta la pierna derecha medio palmo. La suelta con fuerza. La puntera de la bota impacta en la piedra. Saliva luego la mano y con la palma trata de limpiar la mella en el cuero.