Jordi Doce descompone la escritura en sus estructuras esenciales, atómicas, íntimas. Monósticos parece un poema visto al microscopio: su materia muestra lo nunca contemplado al mirarlo, sus átomos de métrica y de sentido. Las estructuras inusitadas son siempre una manera de adentrarse en significados inusitados para los que no hay roderas que conduzcan al poeta. Y en este ejercicio de introspección se trazan dos ámbitos simétricos, lo construido y lo desconocido. La senda hasta donde le dirige lo vivido, y la maleza que acecha al intentar salir no por donde uno ha entrado, sino por el otro lado del vivir.