El ser es su visibilidad, dicen. No importa, sin embargo, la condición de
quien mira. Mirar para otorgar ser es catapultado a una dimensión
exclusivamente estadística. Cuanto más visible sea el ser, más carismático;
literalmente: más grato a la comunidad. Lo que se pretende. Más visible, más
agradable. Dicen. Me preocupan ahora varias cosas al respecto: la opción de ser
de lo invisible, la opción de exigencia a quien mire, la opción del desagrado
en sí misma, la opción de carecer de comunidad. También que, desaparecido el
mediador, el carisma sea un filtro aún mayor. ¿Por qué preocuparte?, me preguntan.