Cuando pienso en el amor me cuesta dar un paso más allá de donde lo dejó Garcilaso de la Vega. Quiero decir, si me pongo a pensar el amor, aparece Garcilaso en el horizonte y no veo necesidad de decir nada, me basta con recrear la hermosa paradoja que nos legó. Su obra es, en sí misma, una teoría sobre el amor. Posiblemente sea el más alto teórico del amor entre nosotros. Pero Garcilaso solo escribió para evocar circunstancias concretas, íntimas, mínimas, con el recuerdo de Isabel, a quien apenas conoció, unos pocos días a los que fue siempre fiel.