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Musée du LouvreLa gacela mira tras las ramas y los rizos de las hojas que la brisa mece desvelan su belleza velada a quien la observa de la mano de Ibn Arabi. Se diría que se oculta tras las trenzas de los troncos o que su pelaje asoma entre mechones que invitan a ser peinados. La túnica de su desnudez desarbola la geometría que se aprende en las escuelas. Tan próxima e inalcanzable como distante y ahí. Flequillo que cierra ojos abiertos. De la mano de Ibn Arabi. Sin este celaje de opuestos, ¿cómo el amor, el único, remontaría su viscosidad animal?