martes, 5 de mayo de 2009

Haworth's notebook, 1


Para Yolanda Soler Onís, que me contó esta historia

Jamás soñé de niño con el oficio que me llevaré al Más Allá. Di tumbos hasta que me acogió el Reverendo Brontë en su parroquia y me enseñó los nadires de la tipografía funeraria. Para labrarla me sobraba maña y paciencia. Incluso aprendí, con los años, el primoroso inglés con que una vida merece ser llorada por sus familiares durante generaciones. Para labradores y artesanos sin hidalguía yo mismo rebuscaba palabras que les otorgaran eternidad. Mucho más que mi propia lápida me costaba esculpir el papelito que el Reverendo me entregó tras la muerte de cada uno de sus hijos.