De hecho, Julio, no creo que sea ni camino. Los caminos conducen a alguna parte, y lo nuestro es despeñarse ladera abajo en medio de la maleza. Sí hay senderos que cruzan nuestra deriva, los he visto y le tientan a quien no ve destino. Es tan fácil tomar un sendero y seguirlo, imaginándose que es uno quien hace el camino. Exactamente por eso le puse tantos reparos a tu poética de los heterónimos: que no sea nunca un camino. No ir a ninguna parte es el único principio que le da verdad a esto que hacemos. Un abrazo, JAC