jueves, 24 de mayo de 2012

Alcalá



Al astro orfebre de los crepúsculos de verano le he preguntado si no lo hace por acercarse a los jóvenes que en ropa deportiva acumulan cascos vacíos de cerveza en el pinar. Su luz de albero dora la indolencia de los bebedores, ¿lo que querrías no es sentarte en su corro —insisto— a hablar para no decir nada? Mi oficio, me explica, es solo alumbrarles. El novelista eres tú, a ti te toca deslumbrarles. ¿A mí, si ni siquiera me leen? Pues pasemos de largo los dos si la noche, que les es propicia, nos excluye, sentencia. Y se va.