Ah el tiempo en el que los cuerpos iban envueltos en túnicas que el viento alborotaba y las canciones expandían los secretos. Para ir al teatro bastaba con calzarse las sandalias y atar su lazo en lo alto de la pantorrilla. La escuela era un patio con un olivo y una fuente que administraba los silencios. Lo que valía la pena ser leído se enroscaba y era fácil transportarlo en una mano si la tarde era benigna. La playa era un lugar solitario donde al oscurecer, entre las dunas, la vegetación exhalaba suspiros. Una oda era el compendio del mundo.
sábado, 1 de febrero de 2025
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