lunes, 18 de enero de 2021

Cuentos del hada jubilada (vigésimo quinto)

La casa se oscurece. En su blancura, la cal se encoge, sábana bajo las mantas. Los aromas llegan con la brisa desde lejos. También rumores, murmullos. Dentro, muebles, libros en las estanterías, discos, cortinas, la lámpara apagada. Ahora, meros bultos, desde su sombra se convierten en niños que en cualquier sitio cierran los ojos para dormir. Los mayores se han sentado en el porche, de cara a la nada, y sus voces resuenan por las habitaciones. El tiempo es el único que se ha ido a otro lugar, tan ausente que, como en los cuentos, solo parece existir lo eterno.