domingo, 1 de noviembre de 2020

La siesta de un fauno | Nymphes

 

Los vientos esparcen, lejos del fuego, diminutas cenizas del bosque que arde. La incandescencia y el destello, ahora muertos, alcanzan la estancia que amuebla la música con su quietud y la cubren con el manto de las evocaciones. No me sobresaltan los lobos ni hay aullidos que estremezcan en mitad de la noche. Abrasados. Chirría la lechuza en su capitel de sombras. Insomne, le escribo al tiempo de las odas, pero solo consigo malos estribillos para el ritmo que crea la realidad desde los auriculares. La calma de las sábanas de polvo sobre los muebles. Lo desaparecido por única conciencia.