sábado, 1 de agosto de 2015

El pabellón dorado [19]


Hay quien cierra los ojos ante la belleza. Un paisaje, un cuadro, una flor. Para atraparla, quizá. Para que le dé tiempo al alma a grabarla con el punzón del instante y el aguafuerte del vacío, es posible. Lo he interpretado siempre, aunque nadie pensara en ello al hacerlo, como un gesto solidario con quienes no podemos admirar lo que se ve de la belleza. Un pensar en nosotros cegando lo que tanta satisfacción acaba de darles. Un tenernos presente delante de la belleza como nosotros tenemos en cuenta a los videntes al abrir ostentosamente los ojos para nada ver.