viernes, 15 de junio de 2012

Nicht schnell


Las manos del pianista chapotean sobre la alberca alargada del teclado. Saltan notas, aquí y allá, que las hormigas reúnen en montoncitos antes de guardarlas en sus ciudades; las distinguen bien de otras semillas que andan por el suelo, como los adjetivos o las formas verbales anodinas, que no son de su apetito. Nunca se equivocan, ni siquiera cuando la cantante entona con corrección la melodía. Les disgusta todo lo que tenga dentro significado. Para alimentarse de esta grana hay otros insectos, nocturnos, que se confunden con las sombras. Del cosquilleo del pianista aprenden las hormigas sus pasos de baile.